martes, 31 de mayo de 2011

ELOGIO DEL AUTOCULTIVO

Elogio del autocultivo
La soluión para el narcotrafico: ¡plántela ud. mismo!


Este verano los medios repitieron las imágenes de multitud de pibes muy borrachos agarràndose a piñas descontrolados a la salida de los boliches. Esta clase de diversión, con sus peleas y sus vómitos, es algo que ya vi en Australia, Londres, Bonn y Paris, como si fuera una onda planetaria. No sé porqué se puso de moda darse vuelta con cerveza o vodka, pero los resultados son realmente idiotas. Si estás perdidamente borracho no podés hacer nada, ni coger ni cantar, sos un pobre muñeco sobre-emocionalizado y no estás entendiendo mejor el mundo que te rodea o a vos mismo, que es el objetivo del uso de cualquier “sustancia psicoactiva”.
A menos que lo que quieras sea borrar tus miedos por un rato, sentirte fuera de este mundo careta, olvidar que pronto vas a ser uno mas de los esclavos del sistema, dentro de poco te vas a casar y vas a empezar a pensar en la jubilación. Mucho de eso debe haber en esos pibes que quieren juntar algunas anécdotas de juventud, antes de entrar en la máquina de picar carne. No hay una intención “aristica” en el alcohol, como ha habido en tantos escritores y músicos desde el tango y las vidalas hasta gran parte de la novela norteamericana del siglo XX. Pero estos pibes se pierden la oportunidad de hacer algo consigo mismos y con los litros que se meten adentro.
De todas maneras el alcohol tiene lo suyo. He visto montones de tipos talentosos y de gran corazón flotando en un mar de ginebra o whisky, sin poder armar sus vidas y su música, vomitando en los baños y en las camas abrazándose una y otra vez murmurando llorosos, “Hermano, vos sos mi hermano”, como en un episodio de los Simpson, en la taberna de Moe.
La marihuana es mil veces más interesante que el alcohol, y no es peligrosa. De hecho, el alcohol esta presente en muchos más crímenes y situaciones violentas que cualquier droga conocida, y es legal. El alcohol tiene permiso para sponsorear eventos, pero la marihuana, mucho más inofensiva, no. (Imaginate un mega evento presentado por Cannabis Music en Velez!)
Si fumaramos porro con la actitud de quien toma un buen vino, degustándolo en un ambiente tranquilo, encontraríamos que es uno de los grandes descubrimientos de la humanidad.
En realidad, la humanidad viene drogándose desde el principio de los tiempos (lean Escohotado, Hoffman, Huxley, Patanjali). Hay quienes dicen que los saltos evolutivos del hombre están relacionados con el descubrimiento de drogas psicoactivas. A mi me parece más razonable pensar que se trata de una evolución sincronizada: el hombre, como los animales, descubre las plantas que necesita, e investiga la manera de prepararlas y la oportunidad para tomarlas..
Los chamanes vienen guiando a los humanos -desde el principio de los tiempos hasta hoy- en la búsqueda de la comprensión del mundo del que formamos parte. Y el mundo actual, ademàs de peligroso e incomprensible, como lo era para nuestros ancestros, es engañador: Parece entretenido. Parece interesante. Parece tener sentido. Podemos distraernos, entretenernos hasta morir. Pero no. Hoy en día es cuando más nos falta encontrar el camino para salir de la telenovela de ficción futurista en la que vivimos inmersos, esta especie de Matrix berreta que no satisface a nadie.

ESCAPARSE DE UNO MISMO
De nada sirve tratar de escaparse de uno mismo, ya lo decía Moris. Y lo decía en una época en la que algunos empezamos a probar drogas espantosas, como el Desbutal, el Romilar o el Mandrax, pastillas y jarabes que te dejaban hecho un omelette baboso y tartamudo, y salías de la experiencia, tan idiota e insatisfecho como entrabas. Yo he visto a las mejores mentes de mi generación tratando de hilar tres palabras seguidas, con la mirada opaca y perdida, paranoicos e incapaces de una erección decente o una alegría espontánea. Sin embargo, en ese momento pensabamos que èramos lo más, que eramos los capos de tutti cappi, los tipos màs lucidos del planeta.
He visto a Tanguito arrastrandose por la Galería del Este como un descerebrado, a Pappo repitiendo frases inconexas en la cocina de mi casa, a mi mismo nadando en un mar de miedo y confusión, sosteniendo conversaciones gomosas y neblinosas con Miguel Abuelo, como si vivièramos en una interminable película fuera de foco y de sincro.
Ahora ya pasaron muchas substancias bajo el puente, muchos tipos maravillosos quedaron colgados de las palmeras de Plaza Francia, muchos están todavía en el país de Nunca Jamás, otros son ceniza en un cementerio, pero hay algunos que trataron de sacar una enseñanza de todo esto.
Los budistas dicen que es inútil tratar de estar satisfecho en este mundo, y además, no hay otro. Esto es lo que hay. This is it. No hay salida. El mundo es frustración, dice Alan Watts. Lo que amàs se va o se muere, el jueguito electrónico te aburre pronto, los políticos mienten. A las bellezas se les caen las tetas, los hijos no salen como esperabas, el éxito es un fracaso. De nada sirve escaparse de uno mismo. O aprendés a vivir aquí o fuiste. Tu mundo va a ser lo que vos hagas de èl, y no hay soluciones màgicas.

LA GRASA DE LAS CAPITALES
Lo peor que hay es el narcotráfico. Hoy ya no lo hacen unos flacos que se fueron a Paraguay y traen un poco de grass para pagarse el viaje. Hoy está manejado por unos carteles formados por individuos espantosos que no tienen nada que ver con la expansión de la conciencia o los viajes espirituales. Lo que les interesa a estos monos son los coches de lujo y las super lanchas y las modelos y las armas de última generación y los pisos en Puerto Madero y las chicas también de ultima generación de implantes. No es el mundo luminoso de Bob Marley sino el capitalismo más crudo y salvaje, la expresión más violenta, superficial y despreciable de la sociedad global, tal como lo pinta graciosamente la telenovela colombiana “Sin tetas no hay paraíso” o, en un tono mas crudo, “La virgen de los sicarios” de Fernando Vallejos.
Es bueno recordar que la cocaína, que es elaborada con solventes y químicos tóxicos en laboratorios truchos, es la droga que se consume en el Congreso Nacional, la droga de los políticos, de los torturadores, de las fuerzas de (in)seguridad y de todos los personajes que navegan en el gran mundo de corrupción y violencia, pasados de rosca y dispuestos a todo. Cuando almas puras –como los músicos y los escritores- se internan en la ruta de las líneas blancas el resultado es generalmente nefasto y no hace falta para corroborarlo deschavar ejemplos que todos conocemos. La aspiración de cocaína no inspira en lo màs mínimo, màs bien acelera la expiración.

EL REGRESO A LA TIERRA
Y porque he visto todo esto quiero elogiar a los jueces Eduardo Freiler y Eduardo Farah, que despenalizaron el auto-cultivo en el caso de una pareja que plantaba para su propio consumo, declarando Inconstitucional el articulo de ley que penaliza la tenencia de cultivo para consumo personal.
Y quiero elogiar el auto cultivo y sus defensores porque para fumar el porro que plantaste hay que estar atento, lúcido, relajado. Hay que saber elegir una variedad, preparar el suelo o el sustrato en el que se planta, calcular la luz y la temperatura, proveer agua y fertilidad. Hay que aprender a podar, tarea llena de amor y cuidado. Aprender a cosechar, a secar.
La extraordinaria revista THC o el libro Sativa, rebosantes de información, están al alcance de cualquiera para guiarlo en el camino del “regreso a la tierra”. Volver, aunque sea en una escala diminuta, a estar pendientes de los ciclos naturales. Aunque se trate de un sustrato en vez de tierra y unas lámparas en lugar del sol, el regreso a la atención cuidadosa de las plantas, algo a lo que la humanidad se dedicó durante milenios y abandonó muy recientemente. Es una actividad sanadora. Y es bueno consumir productos sanos, que sabemos de donde vienen. Como le cantaba Miguel Abuelo a Tanguito: “Hoy seremos campesinos”

martes, 24 de mayo de 2011

FELICES 70, BOB!!!

Lo que Dylan me dijo al oido en el 65/66, tuve que vivir todo este tiempo para corroborarlo.


Dylan ha sido el padre de todos nosostros. Inspiró a Morís en la pensión del bajo para componer “El Abuelito” que después se llamaría “Escuchame entre el ruido” en el 66.
Poco después yo le traducía y adaptaba las letras de Dylan a Tanguito, que no tenía discos y había escuchado poco y nada de sus canciones, pero sabía lo necesario. “Johnny está en el sótano preparando la medicina y yo estoy en la calle…” Y Tanguito le improvisaba el final “estoy en la calle protestando,” –hacia un silencio- “protestando contra usted…” Los cambios me escandalizaban porque Dylan jamás hubiera dicho “protestando”, pero era la verdad, estabamos en la calle, y estabamios protestando. Y despues comprendi que de eso se trataba Bob, de lo que sucede en este momento, de la verdad en crudo. Aquella era la versión de Subterranean Homesick Blues, el primer rap dylaniano ametrallado en una guitarra destruida, deletreado a la criolla por un vagabundo incurable en una reprimida y asustada ciudad del sur.
Dylan estaba “allá”, en el pais de la libertad, luchando sus propias luchas. Estaba allá, con apenas 24 años, dando permiso para ser real. Lennon ya lo había dicho: “Dylan nos mostró el camino”.
“It´s all right ma” nos había atravesado a todos con su catarata de verdades y ya no había vuelta atrás. Después de que entendiste Dylan, no hay vuelta atrás.
En el país de la gomina y el pantalón planchado, bajo la mirada adusta de “la morsa” Onganía, Dylan nos había llevado hasta el otro lado del espejo.
Yo tardé cuarenta años en profundizar las canciones, pero al mismo tiempo todos las entendimos completamente en ese mismo instante. Eran frases vocalizadas (o mejor dicho disparadas) en una tarde, en discos grabados en pocas horas (Su primer disco costó 400 dolares de gastos de grabación y se hizo en seis horas) Sus discos posteriores, algunos de los cuales son considerados los más importantes de la historia del rock (Bringing it all back home, Highway 61 Revisisted, etc), fueron grabados en una o dos tomas sin sobre-grabaciones ni trucos, con la banda tocando en vivo en el estudio. Hace poco, en referencia a su técnica de grabación en tiempos de hipertecnología, dijo burlonamente: “En mis últimos discos yo quería lograr algo que atravesara la tecnología y saliera del otro lado antes de que la tecnología se diera cuenta”.
Ese fue el Dylan que nos impactó en el 66 y ese sigue siendo el Dylan que vamos a ver en Velez…Con esas canciones le cambió la vida a Silvio y le cambió la vida a Serrat, le cambió la vida a León y le cambio la vida a Caetano, le cambio la vida a nuestro Charly y a John y Paul, y a todos los otros que en el mundo han sido, una lista que sería interminable pero incluye a Bono, Lou Reed, Patty Smith, Jagger, Sting y todos los hijos y los nietos del rock hasta hoy y para siempre.

EL PROFETA DESPIERTA
En el colegio Dylan tocaba rock and roll, admiraba a Chuck Berry y Jerry Lee Lewis, usaba jopo. Pero cuando empezó a escuchar a los viejos bluseros y a cantantes de folk como Woody Guthrie, sintió que tenía que cambiar El mismo lo dijo:“‘Tutti frutti’ y ‘Zapatos de gamuza azul’ tienen mucha energía y ritmo poderoso, pero las canciones folk dicen más. Tienen más desesperación, más tristeza, más fe en lo sobrenatural, sentimientos más profundos. La vida esta llena de complejidades, y el rock and roll no las reflejaba cabalmente en esa época.”
Fue así como a los veinte años (1962) a poco de llegar a Nueva York y editar su primer disco de folk, compuso “Soplando en el viento” . La canción se convertiría en el himno del movimiento pacifista contra la guerra de Vietnam y el movimiento de los derechos civiles por la igualdad racial. Al poco tiempo se sintío atrapado por el papel de profeta o portavoz generacional en el que quisieron ponerlo después de sus otros himnos “Dueños de la guerra”y “Los tiempos están cambiando”. Entonces escribió la extaordinaria “My back pages” en la que dice que hoy se siente más joven que ayer, que era más viejo cuando veia el mundo dividido en buenos y malos, cuando “dije mentiras como que la vida es blanco o negro, soñé románticamente con mosqueteros, pero me dí cuenta de que me vuelvo mi propio enemigo en el momento en el que empiezo a predicar”. Era un mensaje claro para los militantes políticos de la época. En “Todo lo que realmente quiero hacer” pone al desnudo las trampas en las relaciones humanas, con la esperanza de encontrar una nueva libertad: “No quiero simplificarte, clasificarte, analizarte o categorizarte. No quiero que sientas lo que yo siento, veas como yo o seas como yo. Lo único que quiero es ser tu amigo.”

EN UN MAR EMBRAVECIDO
Jerry García, de los Grateful Dead, dijo una vez: “Para nosotros grabar discos es como construir un barco dentro de una botella, una tarea meticulosa y agotadora. En cambio, tocar en vivo es como tripular un barco real, que puede suceder en una tormenta furiosa o en un día de sol radiante, con viento de popa. Todos los marineros trabajando juntos y dependiendo uno del otro para sobrevivir y brillar”. En el caso de Dylan, Siempre está en alta mar, con las olas rompiendo alrededor, improvisando cambios de rumbo y con un constante arriar e izar velas para aprovechar el viento y barrenar las olas. Así ha grabado sus discos, inventando sobre la marcha, y así han sido sus conciertos por más de cuarenta años
Escuchar esos discos grabados tan sencillamente es como escuchar Jimmy Hendrix en un Winco monoaural: Si estás “copado y colocado” no te perdés nada. Escuchándolo a través de los años, no encontré nada nuevo, pero al mismo tiempo es como si lo que dice tuviera nuevas lecturas, aplicaciones actuales, facetas insólitas. Lo que Dylan me dijo al oido en el 65/66, tuve que vivir todo este tiempo para corroborarlo.

UN MALDITO MENSAJERO
Dylan es un ladrón, un mentiroso, un maldito mensajero que se sale siempre con la suya. Nos ha engañado una y otra vez. Desde que llegó a Nueva York diciendo que venía de vagabundear por el país cantando y trabajando en oficios duros, cuando en realidad acababa de salir de su familia de clase media judia semi-rural. Desde entonces hasta su último disco, Modern Times, en el que roba canciones enteras y las pone a su nombre (“The levee is gonna break” fue escrita por Menphis Minnie en los 20, “Rumbling and tumbling” también viene desde el fondo de la historia del blues, con versiones de, por ejemplo, Muddy Waters). En el mismo disco copia versos completos de un oscuro poeta sureño del siglo XIX, Henry Timrod. Para el que quiera saber más, en algún lugar de internet están las “Dylan annotated lyrics” y la “Dylan pool discussion” que vale la pena chequear. Según el máximo experto en Timrod, “Henry estaría contento de saber que sus versos, usados por Dylan, el más grande poeta del fin del siglo veinte, están en los labios de millones de personas, aunque no sepan que él los escribió originalmente.”
En realidad, Dylan hace y rehace una tradición del folklore del mundo entero, algo que el mismo Atahualpa Yupanqui (otro que inventó su nombre y su historia) reconoció siempre como un hilo invisible que une a los cantantes populares. Pete Seeger, uno de los maestros del joven Dylan, dijo:“Cuando empecé a escuchar a los cantantes de folk y de blues en el Village de Nueva York, me dí cuenta de que todos tomaban las canciones de otros, algunas muy antiguas, y las cambiaban a su gusto. Es un proceso viejo como la música…” Y Dylan hace poco aclaró: “Nunca pensé estar inventando nada. Simplemente tomaba una tradición y trabajaba sobre ella, nada especial…”
Cuando Dylan empezó, durante sus cuatro o cinco primeros años (1963-1968), era como un chamán, como un brujo, que captaba las energías y las transformaba para que todos pudieramos verlas. Según uno de sus compinches de los clubes folk:”En la vieja mitología irlandesa hablan de un ser que cambia de forma y es imposible de agarrar. Ese era Dylan. No era necesario para él ser una persona definitiva, terminada. Estaba poseído y cambiaba constantemente. Articulaba y ponía en palabras lo que el resto de nosotros quería decir y no podía”

PERDIDO EN EL SHOW BUSINESS
A Dylan no le interesa el show business pero está inevitablemente inmerso en el y lo navega como puede. En realidad, desde su accidente de moto a fines de los sesenta, cuando se lo dio por muerto o paralizado, aprovechó para desaparecer de la vista del publico y los medios. Se convirtió en una hosca leyenda. Jamás daba reportajes ni conferencias de prensa, y hoy ni siquiera habla en los conciertos, y apenas mira al público. Los primeros años, hasta el accidente, sus reuniones con los periodistas producian situaciones hilarantes en las que continuamente tomaba el pelo a la gente o confundía a la prensa. Se pueden ver esas burlas mediaticas en dos imperdibles peliculas: “Don´t look back” de Pennebaker, sobre su gira por Gran Bretaña en el 65 o en “No direction home” de Scorsese, sobre su gran salto creativo que cambió la historia de la musica popular. En ambas Dylan aparece perdido –a veces divertido, a veces irritado hasta la histeria- frente a las clasificaciónes y etiquetados absurdos que intenta colgarle el periodismo.
Es uno de los músicos que más plata gana en el mundo, y ha estado en el candelero por décadas, y sin embargo vive en la ruta, pasa la mayor parte del año en su Gira Interminable, viviendo de paso en pequeños hoteles y casas rodantes, tocando en pueblitos a los que no llega nadie, en una vida que parece no aterrizar nunca.
Tiene mansiones y campos en diversas partes de Estados Unidos, pero no va nunca, se la pasa en los estudios o en casas de amigos, y ya se sabe que le gusta componer y tocar la guitarra en los fondos de las casas, entre los yuyos del patio, oyendo los ruidos del barrio. Este es el tipo a quien le contratan las suites presidenciales de los hoteles cinco estrellas, pero llega caminando al estadio y se mete entre la gente como sucedió en Buenos Aires, cuando llegó a River a pie por los parques de Palermo. O cuando, en Ezeiza, tomó el primer taxi que encontró al salir, y el taxista ni se enteró de quién era.
Es el tipo que dijo:“ Yo no me siento especial. Nadie debería poner a otra persona en un pedestal. Eso puede destruir tu inteligencia y llevarte a la ignorancia, a confundirte con respecto al mundo. Entonces una persona deja de ser persona.”
El tipo, a pesar de ser el más grande y el más admirado, siente que tiene que seguir tocando, tocando para la gente porque para eso son sus canciones. Pero ya sin esperar nada, sin pedir nada, sin tratar de aclarar su mensaje o ni siquieta emocionar. Simplemente cantar sus canciones como le surge ese día.

UN CANTANTE “MALO”
Cada día canta distinto, improvisa, deforma. No hay dos recitales de Dylan iguales. Y es porque necesita recrear su repertorio para si mismo, para no aburrirse, para redescubrirlo. Hay días en que canta terriblemente mal, hay días en que canta increiblemente bien. Pero alguien dijo acertadamente que Dylan, tan criticado como vocalista, es un extraordinario cantante (a pesar de –o gracias a- su voz limitada y gangosa, sus desafinaciones, sus olvidos de letra y melodía...). Es grande porque transmite exactamente lo que quiere transmitir en cada ocasión. La prueba: a pesar de todo, nadie prefiere sus canciones cantadas por otro y eso que centenares de “buenos” cantantes lo han intentado, desde Joan Baez en los 60 hasta Brian Ferry en su insoportable disco del año pasado. La única excepción: “All along the watch tower” por Jimmy Hendrix.
Dylan se ha vuelto más gangoso y perezoso para cantar con cada año que pasa, ya casi parece sin ganas de esforzarse por demostrar nada. Y, obviamente, si hay alguien en el planeta que no necesita probar nada a nadie, ese es Bob Dylan. Y sin embargo, en los últimos discos arde en secreto con unas quemantes brasas, un fuego maduro. La oscuridad y densidad de su música asustan.
“Otros artistas se defienden con sus voces o sus estilos, pero mis canciones hablan por si mismas, y todo lo que yo tengo que hacer es expresarlas correctamente, y ellas harán lo que les corresponde”, dijo hace poco, explicando su tabajo, apartado de la gran producción del rock.

NI AQUI, NI ALLÁ, EN NINGÚN LADO
En sus últimos discos, Dylan describe un mundo que se disuelve a su alrededor, y ve su persona misma desintegrarse en la vejez y la cercanía de la muerte. Los críticos, como siempre, discuten sobre si es Dylan el que habla de su depresión o si es un personaje que ha creado. Siempre la misma duda que justifica películas y libros de centenares de páginas: ¿Es Dylan real? Ya se estrenó en el Norte la pelicula “I am not there” que trata de lidiar jusamente con los diversos personajes que es o simula ser Dylan. Actores como Richard Gere, Cate Blanchet y Heath Ledger tratan de pintar las distintas facetas de un tipo inatrapable, que no está aquí ni allá, que no está en ningún lado.
Pero el hombre ha vuelto a decir las cosas como son en toda su crudeza, tanto en su descripción de la decadencia personal (Time out of mind) como de la decadencia del mundo a su alrededor (Modern Times) Como dice Paul Williams en su exhaustiva biografía “Para mí, lo más impactante es la enorme confianza artistica de Dylan como compositor, lider de la banda y cantante. Si es así cuando las cosas se desintegran, yo quiero tomar de lo mismo que él está tomando.”
La condición humana se deshace entre los dedos de quien, según sus propias declaraciones, todavía no aprendió a escribir. “Yo sólo voy camino abajo sintiéndome mal, tratando de llegar al cielo antes de que cierren la puerta.”
“El hombre que hizo para la música popular lo que Einstein hizo para la ciencia” dijo la revista norteamericana Newsweek, asombrada por el regreso de Bob Dylan en los últimos años, con todos sus poderes intactos. Según el New York Times, “En los 60 Dylan le enseñó a los cantantes de folk cómo trascender los temas obvios y repetidos de la tradición, después le enseño a los compositores de rock a pensar un poco mas allá de la próxima chica. Sin querer, como resultado impensado de su búsqueda, creó nuevos géneros musicales que hoy florecen en miles de grupos: folk rock, country rock.” Antes de que, en 1965, Dylan enchufara el folk a la central energética del rock, nada de eso existía. El rock and roll, el folklore, la poesía moderna, el amor, la política, la literatura beat, el blues y el surrealismo estaban separados en compartimentos estancos. Dylan, sin declamaciones musicològicas ni análisis literarios, barajó todos esos elementos y dió de nuevo, cambiando para siempre la cultura contemporánea. Lo hizo sin anunciarlo, componiendo canciones, simplemente. Y es ese Dylan el que esta de vuelta y vamos a ver aquí en una nueva cumbre de su carrera, después de los Grammy´s, el Oscar, las péliculas, las biografias. Un tipo con su guitarra y sus canciones.
Dylan no fue ni nuestro maestro ni nuestro lider. Simplemente fue, y lo es todavía, una persona que crece y aprende en público, que no tiene miedo a cambiar. “Hay que estar siempre atento y no pensar que uno ha llegado al lugar en el que tiene que estar”, dijo hace poco. “Uno simpre está en un estado de flujo, de transformación, y mientras pueda aceptar eso, la pasará bien.”

domingo, 22 de mayo de 2011

EL ROCK: DE LA PERSECUSIÓN A LA ESTAMPILLA

En estos días el correo argentino editó una serie de estampillas de homenaje al rock argentino, con las figuras de Luca Prodan, Miguel Abuelo, Pappo y Tanguito, los muertos más notorios de esta historia, con la ausencia de Federico Moura, justificada porque las estampillas se editan siempre en grupos de cuatro.
Durante la fiesta de presentación, Leo García hizo una extraordinaria interpretación de Tanguito, como si el espiritu de José Iglesias lo hubiera poseido, con un manejo de la voz y la guitarra que recuperó lo mejor de Tango: sus fraseos característicos , su rasguido monótono y penetrante, su embrujo. Para quienes conocimos al homenajeado, era cerrar los ojos y escucharlo cantar de nuevo, hasta con sus titubeos y sus humoradas inolvidables, como si estuvieramos en el arenero de Plaza Francia. Yo pensaba después cuánto Tanguito oculto hay en el nuevo rock, cuanto de su poesía sencilla –hoy la llamarían minimalista- permea a los nuevos poetas y compositores que pululan por los barrios de Buenos Aires, inventando sonidos que van a ser la gran cosa dentro de diez años. Todo el tiempo recojo los mensajes dejados por Tanguito en recitales minúsculos, fiestas en casas semi abandonadas, boliches. Hay un hervor nuevo en la ciudad, y está sembrado de esa inspiración. “Me gusta verte sonreir, me gusta verte llorar, natural…” cantaba Tango. Esa sencillez parecía haberse perdido en la grandilocuencia que muchas veces adopta la música popular, sobre todo cuando se acerca mucho a la gran industria. Pero no, está viva, como está viva, para nuestra sorpresa, la herencia de Miguel Abuelo, el poeta trovador. Hay mucha gente que conoce a Miguel por sus piruetas al frente de los Abuelos de la Nada en los 80, con Calamaro, Melingo, Cachorro López y otros piratas del caribe enarbolando el regreso de la alegría después de los años oscuros de la dictadura. Pero hay otra gente, una secreta tribu que se mueve por las catacumbas de los pequeños boliches y las lecturas de poemas, que recupera el verbo inspirado del “enano maldito”, el duende creador de “Mariposas de madera” – que Spinetta reconoció como el origen de “Muchacha ojos de papel”- y de aquel “Oye niño” que decía “Haz tu cabeza estallar” y que hoy brilla en una versión de Bicicletas. Miguel tiene ahora una legión de poetas jóvenes que lo citan como precedente y ejemplo, por su poesía y por su vida ardiente, retratada al milímetro en la biografía reciente de Juanjo Carmona.
Las estampillas de alguna manera reflejan la aceptación, después de 40 años, del rock como fuerza creativa por parte del establishment oficial, de la misma manera que el establishment comercial terminó de aceptarlo –después de años de huirle a su mala imagen- y hoy ya tenemos festivales con nombre de gaseosa y programas de radio vendiendo todo tipo de cosas usando al rock como vehículo comercial. Después de décadas de ir presos, tener su pelo “cortado a la fuerza por un coiffeur de seccional”, tener los temas prohibidos y los discos censurados, y a pesar de esas dificultades construir un corpus de poesía y música como pocos movimientos en el mundo, con una originalidad extraordinaria pero despreciado por los académicos de la literatura y la musica de su propio país (como lo fue el tango en sus primeras décadas) el rock hoy puede entrar en los salones de la Casa Rosada y codearse con los más sélecto de la burguesía local, tapa de revista Gente incluida. Hoy los rockeros salen con modelos y viajan en limusina, se sientan a almorzar con Mirta y son perseguidos por los paparazzi de la revista Pronto.
¡Qué lejos estaba Luca Prodan de eso, viviendo en un sucucho miserable del Abasto, burlándose de la rubia tarada que hoy nos invade por todos los wines!
Y mejor ni hablar de Tango o Miguel, tocando sus guitarras llenas de rajaduras de la guerra psicodélica en Plaza Francia, componiendo temas que hoy nos hacen temblar. Y al lado de ellos, en el arenero, dormía Pappo, otro poeta simple y profundo que con el tiempo deletrearía temas que todavía marcan el camino del blues en castellano, directo y sencillo, basado en el sentimiento y el ardor por vivir. “Qué nos sucede, después de tanto tiempo, reflexionamos, al mirarnos al espejo” podrían cantar al mirarse en el espejo de las estampillas los rockeros de todos las épocas.
Pero no, es mejor hablar de ciertas cosas, porque aunque me fuercen yo nunca voy a decir que todo tiempo por pasado fue mejor…Hoy hay miles de Pappos y Tangos y Migueles y Luca potenciales en las esquinas de Buenos Aires, sólo falta que se animen a decir los suyo. Y hay muchos que ya lo están haciendo, a su manera.
Y mientras tanto, yo preparo un sobre con una carta a mi hermana que conoció a Tango y a Miguel y a Pappo en los naufragios de mi casa en Palermo, y voy al correo a comprar unas estampillas nuevas que la van a sorprender…

domingo, 1 de mayo de 2011

A evolucionar, mi amor

“Miles de años de evolución, para terminar como un pelele mirando televisión” empezaba una nota que escribí, a principios de los ochenta, para la revista Pan Caliente. Me acordé de la nota porque acaba de publicarse en castellano la autobiografía de Charles Darwin, el tipo que le encontró la vuelta a la evolución de la vida sobre este planeta.
En aquella nota describía el trabajo que se había tomado la evolución para llegar a lo que somos hoy, la raza que supuestamente sintetiza las virtudes de la inteligencia y la habilidad de adaptación.
Tal vez muchos de nosotros no creemos que los últimos años de evolución, -una evolución ha sido más social y técnica que biológica-, estén yendo en una dirección interesante, pero eso es materia para otra discusión. El hecho es que hoy los seres humanos controlamos gran parte del ambiente del planeta, y por lo tanto afectamos enormemente la evolución de los animales –incluyéndonos- y los propios ecosistemas en los cuales estamos insertos junto con los animales y las plantas. Dentro de ese panorama juega un papel importantísimo el cambio climático, producido por la industrialización, que va a torcer definitivamente el curso de las cosas.
Si aceptamos la teoría de la evolución tenemos que aceptar, a esta altura de la película planetaria, nuestra responsabilidad en los cambios que se están produciendo hoy y que tendrán consecuencias enormes en el futuro de la vida en la tierra.
Pero hay mucha gente que no quiere aceptar la teoría de la evolución. Esa gente piensa que los cambios en el planeta están en manos de un agente superior, casi siempre llamado Dios, y eso automáticamente nos libera de la responsabilidad sobre el futuro. Es por eso que el debate sobre la teoría de Darwin nos atañe a todos, en nuestra vida diaria, como nos atañen la contaminación del aire o la falta de agua potable, la destrucción de los bosques o el avance de enfermedades como el cáncer y la diabetes.
Mucho antes de Darwin, teologos como William Paley afirmaban que la existencia de organismos complejos era una prueba de que hay un diseñador cósmico que planea todos los sistemas internos de los seres existentes. Pero Darwin apareció con la teoría de la evolución, que demuestra que esa complejidad es producto de la evolución, de la naturaleza actuando por el método de prueba y error, dejando que aquello que está más adaptado a su ambiente y funciona mejor sobreviva. Con la publicación de “El origen de las especies”, en 1859, el peso de la evidencia que Darwin había reunido pacientemente convenció a los científicos de que la evolución por selección natural explicaba muy bien la complejidad y diversidad de la vida.
Pero ahora hay una campaña organizada por la derecha cristiana en los Estados Unidos para desprestigiar a la teoría de Darwin y volver a enseñar la teoría creacionista. Algunos de estos fundamentalistas bíblicos llegan a decir que el universo tiene sólo 6500 años, que Dios creo todo en seis días, incluyendo a los dinosaurios y a los hombres, y que por lo tanto el hombre no desciende del mono, son especies creadas al mismo tiempo y no emparentadas de ninguna manera. Por supuesto, esta doctrina incluye a Adán y Eva, la caída del paraíso, el diluvio, etc. O sea que nada en el universo tiene más de 6500 años.
Lo grave del asunto es que la mitad de la población norteamericana considera que esto es verdad y la teoría de la evolución es falsa, y estamos hablando de los que votan y deciden en el país más poderoso del mundo. Dentro de esa campaña, se está discutiendo sí en las escuelas debería enseñarse esta doctrina como materia científica, ya que según sus promotores, “tampoco hay pruebas concluyentes de la teoría de Darwin”.
La Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, respondiendo a la polémica que tratan de generar los creacionistas, dijo hace poco que “el diseño inteligente y otras doctrinas que hablan de la intervención sobrenatural en el desarrollo de la vida” no son científicas porque no pueden ser comprobadas experimentalmente y no generan predicciones o proponen nuevas hipótesis propias. Por lo tanto no deben enseñarse como materias científicas en las escuelas. En septiembre de 2005 se hizo pública una declaración de 38 Premios Nóbel que, preocupados por el avance del fundamentalismo, dijeron que “la teoría del diseño inteligente´ no es científica, es indemostrable y no puede ser puesta a prueba como teoría científica porque su conclusión central está basada en la creencia de la intervención de un agente sobrenatural”. El debate llegó a las cortes en algunos estados, y por ahora el Juez John E. Jones dictaminó que no puede enseñarse como ciencia ya que es esencialmente una doctrina religiosa.

CAMBIA, TODO CAMBIA
Ahora sabemos, gracias a la física moderna, que no sólo las especies evolucionan y cambian. Todo está en movimiento. El universo está en expansión y los planetas se crean y se destruyen cotidianamente. En realidad, el universo entero está permanentemente cambiando. Desde los átomos que nos componen hasta las galaxias más lejanas, todo está transformándose e interactuando. Vivimos inmersos en un mar de energía que toma formas y nosotros les ponemos nombres a esas formas (vos, yo, John Lennon, cualquier ser viviente o cosa existente, incluyendo las galaxias). Esas cosas y seres duran un tiempo relativamente corto y vuelven a ser parte del mar de energía para tomar otra forma y, tal vez, recibir otro nombre, si hay un ser humano mirando y nombrando.
Sólo forma y nombre, (Rupa y Nama) eso es la realidad, decían los hindúes, mucho antes de Cristo. Eso es lo que es Maya, la aparente solidez y permanencia de la vida, que es un espejismo. Yo ni siquiera soy hoy el que era ayer, y pronto ni siquiera “seré”. Mi querida personalidad no es más que una olita pasajera lista para volver a disolverse dentro del gran mar de energía y desaparecer en la noche de los eones.
Lo que hay detrás de la resistencia a aceptar la teoría de la evolución y los hallazgos de la ciencia es el miedo a reconocer que la vida es pasajera. Terror a soltar el ego y aceptarse como parte de un proceso mucho mayor que nos contiene a todos. Terror a reconocer que somos parte del tejido del universo, que nuestro cerebro trata laboriosamente de comprender.