lunes, 18 de junio de 2012


Publicada hace años en la revista de Musimundo,MIX (1996)

A NOSOTROS LOS PIBES NOS DAN UNA OPORTUNIDAD
(por Pipo Lernoud)
A Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota no parece conmoverlos el subibaja de las listas de éxitos, sino el público que viaja de una punta a otra del país para asistir a sus conciertos, rituales multitudinarios, siempre fuera de la Capital. Su nuevo disco se llama Luzbelito, tiene una tapa exquisitamente trabajada por el artista "oficial" de los Redondos, el Mono Cohen, que pinta oscuros panoramas musicales de un fin de siglo que ya está aquí, cerca. Los últimos recitales significaron la invasión pacífica de miles de jóvenes a un pueblo de Santa Fe, San Carlos, y las reuniones ardientes en una discoteca de Mar del Plata, a fines de octubre.
En casa del guitarrista Skay y la manager Poli, en una calle tranquila de Palermo Viejo, quien responde a las preguntas en un anochecer de primavera es el cantante del grupo, Carlos "Indio" Solari, tan locuaz y certero como siempre.
¿De qué infiernos nos habla Luzbelito?
Parte del concepto de Luzbelito es que hay una serie de mentiras institucionales que tratan de resolver el problema moderno, tratan de convencernos de su versión de la realidad. Nos quieren hacer creer que lo que dicen los medios de comunicación es la realidad, cuando se trata de una ficción. El noticiero inventa la realidad, no la refleja. Estamos sujetos permanentemente al capricho de los poderosos, de los reducidores de cabezas de los medios de comunicación.
Hay que hablar de la realidad como es, como la vivimos, aunque no es necesario escribir siempre en primera persona. Sería muy monótono y muy estúpido. Los personajes que yo pongo en las canciones son partes mías. Para no hablar siempre en primera persona uno hace aparecer estos personajes: Zippo, Luzbelito, el perro Bobi. Pero las miserias del perro Bobi son mías y tuyas. Cuando en el escenario canto esa canción que dice: "Cuanto más alto trepa el monito, así es la vida el culo mas se le ve", me golpeo mi propio culo, porque el monito también soy yo. ¿Cómo poder reconocer la miseria afuera si uno no es también un miserable?
Luzbelito no es algo de afuera, un mal que viene de afuera a atacarnos. Luzbelito es el conjunto de nuestras propias miserias. Está cargado de nuestra psiquis, de nuestros sentimientos, de los dolores de nuestro espíritu.
La función de un tipo que escribe es zambullirse, sumergirse en la vida y desde allí hablar. Si no hubiera habido esta cultura rock que me asaltó a mí, un tipo de clase media, y que me embadurnó de los mejor y lo peor, no podría estar hoy escribiendo canciones.
Y cuando digo una canción sobre el escenario siento que los chicos saben de que estoy hablando. Cuando hago una canción de amor, no es el amor edulcorado de un cantante de baladas, es el amor sujeto a mil bajezas que conocemos todos, un amor sujeto a celos, a engaños. Se trata, todo el tiempo, de reflejar la manera en que uno ha vivido esas pasiones.
Toda esta farsa moderna está basada en nuestra incomprensión de la naturaleza humana, de la condición del hombre. Zippo habla de eso cuando dice: "Somos todos hijos de multivioladores muertos. Los hijos de puta no descansan nunca." Eso es lo que somos todos.
¿Cómo se ubica Luzbelito al borde del fin de siglo?
Yo me pregunto: ¿por qué fue potente la cultura rock? Porque hemos estado olfateando en el tacho de basura de la sociedad y hemos visto que no todo era como se lo mostraba. Hemos sido irónicos y escépticos, hemos roto los límites de las reglas de urbanidad de una sociedad. Somos gente tallada por experiencias que nos permiten aceptar los cambios que se vienen sin zozobrar. Sospechamos estos cambios que se vienen desde mucho tiempo antes de que salgan en las revistas de actualidad.
Hoy la sensación es que no queda mucho tiempo. Yo creo que estamos en el umbral de una transferencia cultural muy grande. Estamos casi flotando en el ciberespacio, la biotecnología, esas cosas que van a producir un cambio muy radical en la manera de ver la vida. Esa sensación aparece en nuestro último álbum con ese Luzbelito que aparece en el escenario digital, en una de las estampas.
Este año los Redondos cumplen dos décadas de trayectoria. ¿Se siente unos privilegiados por esta vigencia?
A nosotros, con la banda, nos ha ido bien. Somos independientes, hemos llegado a grabar como queremos y cuando queremos, hemos logrado una situación privilegiada. Pero estás hablando con alguien que, a pesar de ser un privilegiado, tiene hormigas en el culo, tiene ganas de vivir, de que aparezcan nuevas incógnitas a resolver.
Cuando empezamos con esto, la ambición que teníamos los rockers era encontrar la novedad, enfrentarnos con incógnitas, vernos obligados a mudar de dogmas. Por primera vez estamos nuevamente en esa situación, estamos en pelotas, sin saber lo que vendrá después.
Por un lado, estos cambios pueden producir el final de eso en lo que uno ha estado metido, que es la cultura rock, sin duda el fenómeno más significativo del siglo. El rock, por primera vez, logró una modificación de los prejuicios compartidos por la sociedad, una modificación producida por los jóvenes.
Pero el rock no es más que otro corralito. De hecho, uno de los slogans que teníamos los Redondos hace años decía: "Saltando por encima de los decorados del rock". Hasta los mismos rockers queríamos saltar por encima de una cultura que te limita, que te empieza a describir de tal manera que las sorpresas se acaban. Todo el ajo, todo el sabor que había cuando estábamos arriesgando, probando, experimentando, empezó a desaparecer.
Y ahora de nuevo tenemos esa liberación de estar en el umbral de algo desconocido. Ahora tiene que venir algo diferente.
¿Y dónde ves los síntomas de lo que se viene?
En esta época de cambios y dudas, en la que uno no sabe que es lo que vendrá, prefiero prestarle oídos a esos chicos que tiene metidas dentro de ellos las noticias del futuro. Uno puede contarles su experiencia, pero ya sabemos que la experiencia es intransferible. Nosotros siempre nos hemos cagado en aquellos que nos vienen a enseñar su experiencia. Seamos sinceros: hoy en día nos seguimos cagando en la fórmula de vivir de acuerdo a la cultura vigente.
Hay una pulsión que yo sigo reconociendo como propia. Los chicos que nos van a ver a nosotros son esos chicos, no son los tipos de nuestra generación. Y hay una energía latiendo ahí, hay una necesidad: la de participar de esta especie de epopeya, que se parece a los viejos festivales de Lobos, a Woodstock. Pero no es Woodstock ni nada por el estilo. Es algo inédito, una cosa nueva que generan ellos.
El respeto que uno tiene por los jóvenes es un respeto temporal, tal vez crezcan y cambien. El respeto por su capacidad de indignación es tal vez pasajero. Porque en este momento no tienen compromisos, no tienen transas hechas con el medio y entonces todavía son heroicos, son valientes, y dicen lo que no les gusta del mundo en voz alta.
Todo eso ya nos pasó a nosotros. Es lo mismo.
¿Cuál es la función de un grupo como Los Redondos en esa epopeya?
Los Redondos tenemos en claro que no somos más que una excusa de los chicos. Con nosotros pasa algo que no terminamos de entender, pero somos una excusa de los chicos para reunirse, para ponerse en un cierto estado de ánimo. Vos fijate lo que pasa en estos recitales que hacemos en los pueblos. Nosotros sólo tocamos un par de horas en la noche. Pero una semana antes hay grupos de chicos que van y se instalan en esos pueblos que ni siquiera son lugares turísticos. De esos tres días que están en el pueblo, son apenas seis horas las que nosotros estamos sobre el escenario.
Por eso cuando te ves pintado en una remera o a lo mejor se te acerca un pibe y te dice "maestro", en el fondo te están diciendo: "Vos sos un símbolo siempre y cuando yo compre tu compact y te permita seguir grabando tus canciones". En esta época el músico ya no tiene el rol casi mesiánico de los 70. Hoy en día vos sos importante en tanto y en cuando formás parte de la imaginería que les sirve, y la remera puede ser del Che Guevara, puede ser del Indio Solari, puede ser de Luca Prodan... pero no somos más que un símbolo que ellos se apropian y manejan a su manera.
Si los grandes pensadores no entienden lo que está pasando en el mundo, ¿cómo vamos a pretender que chicos de quince o veinte años lo entiendan?
Lo que tienen los chicos es esa misma indignación que teníamos nosotros cuando empezamos esto. Pero además, hoy hay una rabia que nosotros no teníamos. Y un público rabioso te tolera porque vos no hacés fantasmas con la imagen. No porque vos le estés marcando un norte, un camino, una línea de acción clara.
Por eso el último grito de Luzbelito es : "Nene, a partir de ahora esto está en tus manos".
¿Cómo son esos recitales en los pueblos?
En un recital de Los Redondos pasa de todo. Se hace el amor, viene gente con sus hijos pequeños, se forman amistades eternas. Si uno quisiera controlar lo que pasa, no podría. Uno terminaría teniendo actitudes temerosas, porque un recital de los Redondos es una caldera del diablo. Y eso es más potente que lo que nosotros generamos, y uno es deudor de eso. Nosotros, a la edad que tenemos, podríamos estar pensando en que los chicos no corran peligro, porque ves a los pibes trepados por todos lados y te impresiona. Pero son las mismas cosas que nosotros hicimos cuando teníamos diecisiete años.
Hay algo que uno dice con cierto pudor: nosotros somos de clase media, originalmente nuestro público era casi intelectual. Y ahora son pibes que vienen de lugares totalmente desangelados, lugares del conurbano en los que la gente está abandonada a su suerte. ¿Quién soy yo para determinar cuál debe ser el comportamiento de esos chicos? Lo que a mí me fascina es que hayan elegido la banda en la que yo estoy como pivote para que esa energía circule. Y ojo, que no estoy tratando de sacralizar el asunto. Estoy describiendo lo que es.
Nosotros no somos tan poderoso como la gente cree. Yo estoy muy orgulloso de las canciones, pero sobre todo estoy muy agradecido de que nos haya elegido esa gente que viene de lugares muy duros, de Lugano I y II, de Laferrere... La fuerza y el sabor lo tienen ellos. Gracias a Dios uno elucubra unas historias en las que los personajes se parecen de alguna manera a los que ellos quieren cantar a los gritos todo el recital.
A nosotros no nos van a pedir que sonemos "rudo". Ellos son rudos. No necesitan disfrazarse de nada ni demostrar nada. Su vida es muy dura, muy jodida y han elegido a unos veteranos como nosotros por algún motivo que me supera ampliamente, y que supera mi poca experiencia de tipo de la clase media que ha hecho una banda de rock and roll y le ha ido bastante bien.
Pero los Redondos ya son más que una banda de rock and roll.
Nunca hubo una corporación detrás de nosotros convenciendo a la gente de que nos compre y que nos escuche. Es una elección de ellos, y ellos saben que son los dueños.
Muchas veces nos adjudican un poder sobre la gente que en realidad no tenemos. A nosotros nos dan un permiso, nos dan la oportunidad por ejemplo, de hacer un álbum como este que terminamos ahora, que no tiene nada de la música cruda de guitarras que se supone es nuestra marca de fábrica. Estamos permitidos por nuestro público.
A veces algunos perspicaces dicen que somos tres tipos que hace veinticinco años imaginamos una manera exitosa de ser famosos. Suponen que nos reunimos e hicimos un plan: "No hagamos prensa porque entonces conservamos el misterio, no vayamos a la televisión para crear la incógnita..." ¡Eso es una boludez! ¿Cómo vas a pensar que somos tan geniales y tan maquiavélicos?
Lo que pasa es que uno mamó una cultura y no tolera ciertas cosas. Yo siempre digo lo mismo: A mí me gusta jugar al flipper pero no me gusta ser la pelotita. Si te exponés a través de los medios te transformás en la pelotita, y eso a mí no me interesa.
Los Redondos siguen produciendo sus propios discos y sus propios espectáculos, después de veinte años.
Antes, parecía que nadie, siendo independiente iba a llegar más allá de los pequeños boliches y los circuitos limitados de venta. Parecía un límite insuperable. Y nosotros éramos los mimados de todos los periodistas que nos consideraban una banda de "culto". Pero cuando vos ya empezás a aparecer en las ligas mayores, ahí se arma el bolonqui. Porque empezás a ser un modelo diferente.
Se trata de tres cabezones que dicen: "Vamos a ver si no se puede. Si vos hacés buenas canciones, si presentás las cosas que le duelen a la gente, si lo que decías está vigente, ¿por qué no se puede?"
Entonces aparecen las zancadillas que el medio te empieza a hacer. Todo el mundo piensa que es muy fácil: simplemente la gente te quiere y vendés discos. Pero no es así. Vos le tocás el culo a mucha gente, con una actitud como esta, si te va bien. Hoy estamos hablando de los Redondos porque les fue bien. Si no, sería una de tantas bandas que lo intentaron y no lo lograron, y nadie se acuerda más.
Pero los Redondos coquetearon en las ligas mayores desde la total independencia. Y sabemos que eso es envidiable, porque la total independencia te permite hacer cosas que cualquier músico atesoraría: grabar cuando querés, como querés y lo que querés. Y envolverlo como se te da la gana. Y hacer estadios llenos sin necesidad de recurrir a nadie, sólo vos y tu público.
No es ninguna cosa rara, ningún geroísmo. Es una cuestión de ser suficientemente cabezadura para hacer lo que uno siempre quiso, y no perder la libertad.
¿Los Redondos graban los discos pensando en cómo van a sonar en los conciertos?
Para nosotros una cosa es el disco y otra el vivo. De pronto en el disco Skay mete tres violas diferentes en un tema, y en vivo hace una síntesis de eso con la viola sola. Con todo lo que se nos ocurre en el estudio, necesitaríamos otro violero y probablemente otro teclado. Pero el vivo es algo diferente.
En vivo uno está confirmando, dando vida a esa música con su transpiración y su excitación y muchas veces mejora porque se hace más cruda. Además vos representás las letras, las subrayás con los gestos, les das vida.
Todo el enigma desemboca en ese lugar: el escenario. El escenario es la frutilla de este postre. Vos te hacés cargo de tus canciones con tu gestualidad, con tu capacidad expresiva, subido en ese lugar siempre nuevo, maravilloso y curativo. Ese lugar para mi es lo más grande que hay en la vida. Es donde me siento más cómodo en el mundo. Esa sensación es algo que está con uno y uno no sabe por qué.
Podés estar con diarrea, con dolor de muelas, pero subis al escenario y durante esas dos horas, desaparece todo. Después bajás del escenario y tenés una horita de aterrizaje y entonces vuelven el dolor de muelas o la diarrea.
Quizás haya una especie de poder. Pero no es que vos seas poderoso, es el poder de confirmar tu propio viaje, tus visiones. Confirmarlo con una manera de moverte, de desplazarte, de agarrar el micrófono. Vos estás teatralizando tu propio drama. No con posturas pensadas o coreografías ensayadas. Sólo con gestos cargados de emoción. El escenario es el mejor lugar del mundo. Ahí se ve más claro lo que tu corazón quiso decir, y una canción de rock and roll no termina hasta que se representa y se vive sobre un escenario. 

martes, 22 de mayo de 2012

FELICES 70, BOB!!!


Lo que Dylan me dijo al oido en el 65/66, tuve que vivir todo este tiempo para corroborarlo.

Dylan ha sido el padre de todos nosostros. Inspiró a Morís en la pensión del bajo para componer “El Abuelito” que después se llamaría “Escuchame entre el ruido” en el 66.
Poco después yo le traducía y adaptaba las letras de Dylan a Tanguito, que no tenía discos y había escuchado poco y nada de sus canciones, pero sabía lo necesario. “Johnny está en el sótano preparando la medicina y yo estoy en la calle…” Y Tanguito le improvisaba el final “estoy en la calle protestando,” –hacia un silencio- “protestando contra usted…” Los cambios me escandalizaban porque Dylan jamás hubiera dicho “protestando”, pero era la verdad, estabamos en la calle, y estabamios protestando. Y despues comprendi que de eso se trataba Bob, de lo que sucede en este momento, de la verdad en crudo. Aquella era la versión de Subterranean Homesick Blues, el primer rap dylaniano ametrallado en una guitarra destruida, deletreado a la criolla por un vagabundo incurable en una reprimida y asustada ciudad del sur.
Dylan estaba “allá”, en el pais de la libertad, luchando sus propias luchas. Estaba allá, con apenas 24 años, dando permiso para ser real. Lennon ya lo había dicho: “Dylan nos mostró el camino”.
“It´s all right ma” nos había atravesado a todos con su catarata de verdades y ya no había vuelta atrás. Después de que entendiste Dylan, no hay vuelta atrás.
En el país de la gomina y el pantalón planchado, bajo la mirada adusta de “la morsa” Onganía, Dylan nos había llevado hasta el otro lado del espejo.
Yo tardé cuarenta años en profundizar las canciones, pero al mismo tiempo todos las entendimos completamente en ese mismo instante. Eran frases vocalizadas (o mejor dicho disparadas) en una tarde, en discos grabados en pocas horas (Su primer disco costó 400 dolares de gastos de grabación y se hizo en seis horas) Sus discos posteriores, algunos de los cuales son considerados los más importantes de la historia del rock (Bringing it all back home, Highway 61 Revisisted, etc), fueron grabados en una o dos tomas sin sobre-grabaciones ni trucos, con la banda tocando en vivo en el estudio. Hace poco, en referencia a su técnica de grabación en tiempos de hipertecnología, dijo burlonamente: “En mis últimos discos yo quería lograr algo que atravesara la tecnología y saliera del otro lado antes de que la tecnología se diera cuenta”.
Ese fue el Dylan que nos impactó en el 66 y ese sigue siendo el Dylan que vamos a ver en Velez…Con esas canciones le cambió la vida a Silvio y le cambió la vida a Serrat, le cambió la vida a León y le cambio la vida a Caetano, le cambio la vida a nuestro Charly y a John y Paul, y a todos los otros que en el mundo han sido, una lista que sería interminable pero incluye a Bono, Lou Reed, Patty Smith, Jagger, Sting y todos los hijos y los nietos del rock hasta hoy y para siempre.

EL PROFETA DESPIERTA
En el colegio Dylan tocaba rock and roll, admiraba a Chuck Berry y Jerry Lee Lewis, usaba jopo. Pero cuando empezó a escuchar a los viejos bluseros y a cantantes de folk como Woody Guthrie, sintió que tenía que cambiar El mismo lo dijo:“‘Tutti frutti’ y ‘Zapatos de gamuza azul’ tienen mucha energía y ritmo poderoso, pero las canciones folk dicen más. Tienen más desesperación, más tristeza, más fe en lo sobrenatural, sentimientos más profundos. La vida esta llena de complejidades, y el rock and roll no las reflejaba cabalmente en esa época.”
Fue así como a los veinte años (1962) a poco de llegar a Nueva York y editar su primer disco de folk, compuso “Soplando en el viento” . La canción se convertiría en el himno del movimiento pacifista contra la guerra de Vietnam y el movimiento de los derechos civiles por la igualdad racial. Al poco tiempo se sintío atrapado por el papel de profeta o portavoz generacional en el que quisieron ponerlo después de sus otros himnos “Dueños de la guerra”y “Los tiempos están cambiando”. Entonces escribió la extaordinaria “My back pages” en la que dice que hoy se siente más joven que ayer, que era más viejo cuando veia el mundo dividido en buenos y malos, cuando “dije mentiras como que la vida es blanco o negro, soñé románticamente con mosqueteros, pero me dí cuenta de que me vuelvo mi propio enemigo en el momento en el que empiezo a predicar”. Era un mensaje claro para los militantes políticos de la época. En “Todo lo que realmente quiero hacer” pone al desnudo las trampas en las relaciones humanas, con la esperanza de encontrar una nueva libertad: “No quiero simplificarte, clasificarte, analizarte o categorizarte. No quiero que sientas lo que yo siento, veas como yo o seas como yo. Lo único que quiero es ser tu amigo.”

EN UN MAR EMBRAVECIDO
Jerry García, de los Grateful Dead, dijo una vez: “Para nosotros grabar discos es como construir un barco dentro de una botella, una tarea meticulosa y agotadora. En cambio, tocar en vivo es como tripular un barco real, que puede suceder en una tormenta furiosa o en un día de sol radiante, con viento de popa. Todos los marineros trabajando juntos y dependiendo uno del otro para sobrevivir y brillar”. En el caso de Dylan, Siempre está en alta mar, con las olas rompiendo alrededor, improvisando cambios de rumbo y con un constante arriar e izar velas para aprovechar el viento y barrenar las olas. Así ha grabado sus discos, inventando sobre la marcha, y así han sido sus conciertos por más de cuarenta años
Escuchar esos discos grabados tan sencillamente es como escuchar Jimmy Hendrix en un Winco monoaural: Si estás “copado y colocado” no te perdés nada. Escuchándolo a través de los años, no encontré nada nuevo, pero al mismo tiempo es como si lo que dice tuviera nuevas lecturas, aplicaciones actuales, facetas insólitas. Lo que Dylan me dijo al oido en el 65/66, tuve que vivir todo este tiempo para corroborarlo.

UN MALDITO MENSAJERO
Dylan es un ladrón, un mentiroso, un maldito mensajero que se sale siempre con la suya. Nos ha engañado una y otra vez. Desde que llegó a Nueva York diciendo que venía de vagabundear por el país cantando y trabajando en oficios duros, cuando en realidad acababa de salir de su familia de clase media judia semi-rural. Desde entonces hasta su último disco, Modern Times, en el que roba canciones enteras y las pone a su nombre (“The levee is gonna break” fue escrita por Menphis Minnie en los 20, “Rumbling and tumbling” también viene desde el fondo de la historia del blues, con versiones de, por ejemplo, Muddy Waters). En el mismo disco copia versos completos de un oscuro poeta sureño del siglo XIX, Henry Timrod. Para el que quiera saber más, en algún lugar de internet están las “Dylan annotated lyrics” y la “Dylan pool discussion” que vale la pena chequear. Según el máximo experto en Timrod, “Henry estaría contento de saber que sus versos, usados por Dylan, el más grande poeta del fin del siglo veinte, están en los labios de millones de personas, aunque no sepan que él los escribió originalmente.”
En realidad, Dylan hace y rehace una tradición del folklore del mundo entero, algo que el mismo Atahualpa Yupanqui (otro que inventó su nombre y su historia) reconoció siempre como un hilo invisible que une a los cantantes populares. Pete Seeger, uno de los maestros del joven Dylan, dijo:“Cuando empecé a escuchar a los cantantes de folk y de blues en el Village de Nueva York, me dí cuenta de que todos tomaban las canciones de otros, algunas muy antiguas, y las cambiaban a su gusto. Es un proceso viejo como la música…” Y Dylan hace poco aclaró: “Nunca pensé estar inventando nada. Simplemente tomaba una tradición y trabajaba sobre ella, nada especial…”
Cuando Dylan empezó, durante sus cuatro o cinco primeros años (1963-1968), era como un chamán, como un brujo, que captaba las energías y las transformaba para que todos pudieramos verlas. Según uno de sus compinches de los clubes folk:”En la vieja mitología irlandesa hablan de un ser que cambia de forma y es imposible de agarrar. Ese era Dylan. No era necesario para él ser una persona definitiva, terminada. Estaba poseído y cambiaba constantemente. Articulaba y ponía en palabras lo que el resto de nosotros quería decir y no podía”

PERDIDO EN EL SHOW BUSINESS
A Dylan no le interesa el show business pero está inevitablemente inmerso en el y lo navega como puede. En realidad, desde su accidente de moto a fines de los sesenta, cuando se lo dio por muerto o paralizado, aprovechó para desaparecer de la vista del publico y los medios. Se convirtió en una hosca leyenda. Jamás daba reportajes ni conferencias de prensa, y hoy ni siquiera habla en los conciertos, y apenas mira al público. Los primeros años, hasta el accidente, sus reuniones con los periodistas producian situaciones hilarantes en las que continuamente tomaba el pelo a la gente o confundía a la prensa. Se pueden ver esas burlas mediaticas en dos imperdibles peliculas: “Don´t look back” de Pennebaker, sobre su gira por Gran Bretaña en el 65 o en “No direction home” de Scorsese, sobre su gran salto creativo que cambió la historia de la musica popular. En ambas Dylan aparece perdido –a veces divertido, a veces irritado hasta la histeria- frente a las clasificaciónes y etiquetados absurdos que intenta colgarle el periodismo.
Es uno de los músicos que más plata gana en el mundo, y ha estado en el candelero por décadas, y sin embargo vive en la ruta, pasa la mayor parte del año en su Gira Interminable, viviendo de paso en pequeños hoteles y casas rodantes, tocando en pueblitos a los que no llega nadie, en una vida que parece no aterrizar nunca.
Tiene mansiones y campos en diversas partes de Estados Unidos, pero no va nunca, se la pasa en los estudios o en casas de amigos, y ya se sabe que le gusta componer y tocar la guitarra en los fondos de las casas, entre los yuyos del patio, oyendo los ruidos del barrio. Este es el tipo a quien le contratan las suites presidenciales de los hoteles cinco estrellas, pero llega caminando al estadio y se mete entre la gente como sucedió en Buenos Aires, cuando llegó a River a pie por los parques de Palermo. O cuando, en Ezeiza, tomó el primer taxi que encontró al salir, y el taxista ni se enteró de quién era.
Es el tipo que dijo:“ Yo no me siento especial. Nadie debería poner a otra persona en un pedestal. Eso puede destruir tu inteligencia y llevarte a la ignorancia, a confundirte con respecto al mundo. Entonces una persona deja de ser persona.”
El tipo, a pesar de ser el más grande y el más admirado, siente que tiene que seguir tocando, tocando para la gente porque para eso son sus canciones. Pero ya sin esperar nada, sin pedir nada, sin tratar de aclarar su mensaje o ni siquieta emocionar. Simplemente cantar sus canciones como le surge ese día.

UN CANTANTE “MALO”
Cada día canta distinto, improvisa, deforma. No hay dos recitales de Dylan iguales. Y es porque necesita recrear su repertorio para si mismo, para no aburrirse, para redescubrirlo. Hay días en que canta terriblemente mal, hay días en que canta increiblemente bien. Pero alguien dijo acertadamente que Dylan, tan criticado como vocalista, es un extraordinario cantante (a pesar de –o gracias a- su voz limitada y gangosa, sus desafinaciones, sus olvidos de letra y melodía...). Es grande porque transmite exactamente lo que quiere transmitir en cada ocasión. La prueba: a pesar de todo, nadie prefiere sus canciones cantadas por otro y eso que centenares de “buenos” cantantes lo han intentado, desde Joan Baez en los 60 hasta Brian Ferry en su insoportable disco del año pasado. La única excepción: “All along the watch tower” por Jimmy Hendrix.
Dylan se ha vuelto más gangoso y perezoso para cantar con cada año que pasa, ya casi parece sin ganas de esforzarse por demostrar nada. Y, obviamente, si hay alguien en el planeta que no necesita probar nada a nadie, ese es Bob Dylan. Y sin embargo, en los últimos discos arde en secreto con unas quemantes brasas, un fuego maduro. La oscuridad y densidad de su música asustan.
“Otros artistas se defienden con sus voces o sus estilos, pero mis canciones hablan por si mismas, y todo lo que yo tengo que hacer es expresarlas correctamente, y ellas harán lo que les corresponde”, dijo hace poco, explicando su tabajo, apartado de la gran producción del rock.

NI AQUI, NI ALLÁ, EN NINGÚN LADO
En sus últimos discos, Dylan describe un mundo que se disuelve a su alrededor, y ve su persona misma desintegrarse en la vejez y la cercanía de la muerte. Los críticos, como siempre, discuten sobre si es Dylan el que habla de su depresión o si es un personaje que ha creado. Siempre la misma duda que justifica películas y libros de centenares de páginas: ¿Es Dylan real? Ya se estrenó en el Norte la pelicula “I am not there” que trata de lidiar jusamente con los diversos personajes que es o simula ser Dylan. Actores como Richard Gere, Cate Blanchet y Heath Ledger tratan de pintar las distintas facetas de un tipo inatrapable, que no está aquí ni allá, que no está en ningún lado.
Pero el hombre ha vuelto a decir las cosas como son en toda su crudeza, tanto en su descripción de la decadencia personal (Time out of mind) como de la decadencia del mundo a su alrededor (Modern Times) Como dice Paul Williams en su exhaustiva biografía “Para mí, lo más impactante es la enorme confianza artistica de Dylan como compositor, lider de la banda y cantante. Si es así cuando las cosas se desintegran, yo quiero tomar de lo mismo que él está tomando.”
La condición humana se deshace entre los dedos de quien, según sus propias declaraciones, todavía no aprendió a escribir. “Yo sólo voy camino abajo sintiéndome mal, tratando de llegar al cielo antes de que cierren la puerta.”
“El hombre que hizo para la música popular lo que Einstein hizo para la ciencia” dijo la revista norteamericana Newsweek, asombrada por el regreso de Bob Dylan en los últimos años, con todos sus poderes intactos. Según el New York Times, “En los 60 Dylan le enseñó a los cantantes de folk cómo trascender los temas obvios y repetidos de la tradición, después le enseño a los compositores de rock a pensar un poco mas allá de la próxima chica. Sin querer, como resultado impensado de su búsqueda, creó nuevos géneros musicales que hoy florecen en miles de grupos: folk rock, country rock.” Antes de que, en 1965, Dylan enchufara el folk a la central energética del rock, nada de eso existía. El rock and roll, el folklore, la poesía moderna, el amor, la política, la literatura beat, el blues y el surrealismo estaban separados en compartimentos estancos. Dylan, sin declamaciones musicològicas ni análisis literarios, barajó todos esos elementos y dió de nuevo, cambiando para siempre la cultura contemporánea. Lo hizo sin anunciarlo, componiendo canciones, simplemente. Y es ese Dylan el que esta de vuelta y vamos a ver aquí en una nueva cumbre de su carrera, después de los Grammy´s, el Oscar, las péliculas, las biografias. Un tipo con su guitarra y sus canciones.
Dylan no fue ni nuestro maestro ni nuestro lider. Simplemente fue, y lo es todavía, una persona que crece y aprende en público, que no tiene miedo a cambiar. “Hay que estar siempre atento y no pensar que uno ha llegado al lugar en el que tiene que estar”, dijo hace poco. “Uno simpre está en un estado de flujo, de transformación, y mientras pueda aceptar eso, la pasará bien.”

lunes, 21 de mayo de 2012

MATANDO GILES EN LA TRASTIENDA



Tengo suerte, en los últimos años me tocaron casi sólo buenos recitales de Charly. Recuerdo a principios de la década, un Obras vestido de blanco, el primero de una serie que prometía recorrer toda su historia, y que fue relativamente prolijo y desgranó una larga hilera de sus mejores temas..  Aparentemente el tercero de esa serie terminó violenta y escandalosamente, borrando toda esperanza del murmurado “parece que Charly ahora está bien” que se repetía en esos días.
Después de seguir toda su carrera desde Sui Generis hasta los noventa, acompañarlo en algunas giras, después de hacerle reportajes por cada disco y vivir la locura de muchos back stages, desde Say No More me había tomado unas vacaciones de García, a partir de un Roxy (aquel sótano claustrofóbico  en Congreso), en el que reinó el caos y Charly se regodeó en los fans más jóvenes que  le festejaban todas las piruetas cirqueras y los maltratos al público. Aquello para mí fue como una saturación. Decidí hacer una pausa, dejando pasar los escándalos bajo el puente. 
Pero mi hija menor se volvió fanática justo cuando yo abandoné el vicio García. Sus discos empezaron a sonar en casa desordenadamente, al estilo mp3, sin estar necesariamente organizados en épocas, en álbumes, sin lógica aparente. Para un periodista eso es desesperante, y tuve muchas discusiones con Julia, insistiéndole en que cada canción pertenece a un tiempo y a una situación cultural y social. A Julia le daba lo mismo. A ella le pegaba Charly. Pero no sólo el personaje, sino las canciones, las letras, el clima, el humor. Incluso el par de veces que se lo presenté no le resultó interesante. Charly para ella eran las canciones, que expresaban cosas que sentía propias aunque no entendiera del todo. No se enganchó con la anécdota y el personaje, aunque estuviera todo pintado de rojo con las uñas negras y toda la mise en scene de la época habitual de Say no more.
Hay como un abismo generacional alrededor de García. Los que venimos por años admirando al García sociólogo/profeta, el tipo que dijo siempre la justa y plasmó el espíritu de cada época en discos y shows memorables, estamos en un lado. Del otro lado, los que lo conocieron como un personaje libre, en guerra contra el mundo, encendido y gastado por substancias y líquidos de todo tipo, en una especie de universo propio, un tren disparado hacia lo desconocido. Para los chicos, nuestra versión “sociólogo” se parece a sus padres, a lo que les enseñan en la escuela, a lo que predican los canales de televisión y los programas de radio. El personaje libre, el Say No More, en cambio, está tan lejos de sus padres como Jimy Hendrix estaba de los míos. Y yo, como padre, lo reconozco. Está en un mundo de libertad, venga lo que venga. En estos tiempos en los que logramos que el rock sea finalmente aceptado como parte de la “cultura”, Charly se había desmarcado de eso, quedando una vez más por fuera de los carriles bien-pensantes.
Una noche Julia me convenció de acompañarla a verlo, esta vez en la Trastienda, presentando su malogrado disco Kill Gil. Fui sin expectativas, con el permanente temor a la frustación que provocan los recitales de Charly de la última década.
Ya me gustó que la entrada propusiera “Olvidate del rock nacional” y que el escenario de La Trastienda, que parecía más pequeño que de costumbre, estuviera oculto detrás de un nylon transparente. Una escenografía improvisada pero llena de misterio. A diferencia de la mayor parte del rock nacional ya domesticado por la industria,  con Charly uno siempre se pregunta “¿Qué pasará esta vez?”.
Charly entró con una capucha que le daba un aire tétrico y, de espaldas al público, atacó los temas de Kill Gil, que yo no había escuchado pero que sonaron potentes aunque caóticos.
Mientras Charly cantaba una chica de túnica negra y una especie de chador musulmán que sólo permitía verle los ojos, pintaba frases como “I hate New York” y dibujos en el nylon, creando un telón en el que se reflejaban luces y colores. Tras el nylon, Charly y los músicos chilenos Kiushe Hayashida en guitarra, Tonio Silva Peña en batería y Carlos González en bajo, tocaban a todo volumen y muy desprolijamente los temas de Kill Gil.
Con un whisky en la mano, le dedicó a su madre "Corazón de hormigón" que, según dijo, fue la primera canción que compuso en su vida, a los nueve años. "El corazón es blando/ el corazón perdona/ pero tu corazón parece de hormigón./ Por eso a ti te pido/ ablandá tu corazón", entonaba Charly, burlón, poniendo una vez más sus conflictos familiares en el escenario. Para completar la parentela, le dedicó el tema “Pastillas” a su hijo Miguel.
Pude reconocer una excelente versión de “Mirando las ruedas” de Lennon, un tema que parece escrito por John para Charly  y que él ha traducido –en todos los sentidos- muy bien: “Dicen que estoy loco/ haga lo que haga/ y me dan cantidad de consejos/ buenos para nada./ Cuando digo que estoy bien/ me miran sin entender,/ ´¿Cómo podés ser feliz/ si no estás en nuestro tren?´”  Para rematar el tema Charly se bajó pantalones y calzoncillos (la larga camisola tapándole las partes pudendas) y mostró el culo al salir por bambalinas para el intervalo.
¿Qué podía pasar a partir del culo, que siempre marca el comienzo de la hecatombe García? Música poderosa. Charly atacó “Demoliendo hoteles”, que marcó el comienzo de una seguidilla de grandes temas interpretados con ardor y desprolijidad: “Influencia”, “Vicio” (que anunció con un “ahora viene la parte de ´Bailando por un sueldo´ mientras se refregaba con el pie del micrófono como si estuviera en el baile del caño) “Adela en el carrousel” y otros, tocados todos con furia.  A esta altura, todos estábamos aceptando que el “happening García” nos había envuelto en su vorágine, y valía la pena. Para confirmarlo, Garcia, de impecable traje blanco, cantó sólo al piano una conmovedora versión de “Desarma y sangra” que me hizo pensar que cuando quiere, vuelve con todo.  El remate fue, por supuesto, un violento rock and roll con Juanse de invitado, que ambos cerraron tirándose sobre el público que ardía de entusiasmo.
A la salida, tumultuosa y feliz, me reencontré con Julia, que se había perdido en el pogo junto al escenario. Y me surgió una frase: “Digan lo que digan, este tipo está más vivo que todos nosotros”.

viernes, 18 de mayo de 2012

EL APOCALIPSIS DE LOS CABECITAS NEGRAS


 En la época de la dictadura, cuando hacíamos el Expreso Imaginario, pensábamos: “si no se puede hablar libremente, podemos buscar metáforas para decir las cosas”. Lo mismo hizo en esos días Spinetta con “Las Golondrinas de Plaza de Mayo”, y León con muchas canciones, por ejemplo, el “Tema de los mosquitos”. Charly llevó esa técnica a una gran sofisticación, empezando ya en la época de Isabelita en el último disco de Sui, con “Tango en segunda” o “Música de fondo para cualquier  fiesta animada”.  Ya en la dictadura hablaba de la represión en su “Qué se puede hacer salvo ver películas” y del miedo en “No te  dejes desanimar”. Las metáforas llegaron a su cumbre en Serú Girán, con “Alicia en el país” y “Los dinosaurios”. De la misma manera,  el Expreso exploró los problemas ecológicos y el estado de las culturas indígenas, como síntomas de la sociedad en general. Si no podés decir “Esta es una sociedad injusta, explotadora, represora”, podés hablar del abandono de los mapuches o la destrucción de los bosques, que son otras facetas de la  misma enfermedad. Porque durante la dictadura los militantes sociales y políticos fueron masacrados por un gobierno sangriento, pero los pueblos indígenas fueron y son masacrados por todos los gobiernos, incluyendo las democracias de hoy. Los bosques perfumados y los ríos cristalinos desaparecen sin interrupción, no solamente bajo los gobiernos llamados “de derecha”.
Si uno quiere  medir la evolución de una sociedad no tiene más que averiguar en internet si se están protegiendo las napas de agua potable, si se cuidan los bosques y los ríos, si se están integrando los pueblos originarios y las minorías. Nuestro trato de los wichis y los tobas es un síntoma, y puede funcionar como una metáfora, de nuestra visión del mundo y del tipo de cultura que estamos creando.
Si, como pasa hoy en la Argentina, los cabecitas negras están acorralados en los barrios marginales, obligados a una lucha a muerte cotidiana para simplemente sobrevivir hasta el día siguiente, eso alcanza para saber que no estamos en una sociedad “progresista”, por más que los discursos digan lo contrario.
De nada sirve llenarse la boca con grandes palabras como “distribución de la riqueza” o “sociedad de la inclusión”, si los chicos tobas mueren como moscas por enfermedades evitables y hambre. Hambre simple y llano. Algunos chicos hambrientos están en el árido desierto en que se está convirtiendo la ex selva biodiversa del Impenetrable, lejos de nuestra vista, perdidos y abandonados. Pero otros están en la puerta de tu casa y la puerta de la mía, durmiendo en los zaguanes, pidiendo en los semáforos, buscándose la vida como pueden. Hay cientos de miles de chicos en las calles argentinas, chicos que no aparecen en las cifras del Indec ni en los titulares de los diarios, pero son una “noticia” clara y visible para cualquiera con los ojos abiertos.  Esos chicos,- que seguramente no son rubios de ojos celestes-, descalzos y  sucios en el hollín y la basura de las calles, no son “vagos” ni están allí por propia elección. Somos nosotros los que los arrinconamos en las veredas destruidas. Somos nosotros los que no los “incluimos”. Somos nosotros los que no les “distribuimos la riqueza” ni les alcanzamos su tajada del superávit fiscal.
La sociedad argentina, que siempre se consideró tolerante y moderna, es hoy un hervidero de confrontación racista, marginación y atraso. La sociedad de clase media en la que jugábamos tranquilos a la pelota en la calle es hoy una sociedad polarizada y rabiosa, en la que esos chicos no tienen oportunidad de salir de su círculo vicioso de pobreza, paco y entrenamiento para el crimen. Generaciones enteras están siendo condenadas al semi-analfabetismo. Y nosotros seguimos con nuestras vidas como si eso sucediera en otro planeta, en una galaxia muy lejana…

LAS CICATRICES DE LA TIERRA
En toda la zona cordillerana, desde Jujuy a Tierra del Fuego, de este y del otro lado de los Andes, la minería a cielo abierto está comenzando a dejar enormes cicatrices en los valles y las cuencas de los ríos, destruyendo montañas enteras en busca de oro, plata, cobre y uranio.  Las leyes menemistas de estimulo a la minería en gran escala, que no han sido derogadas por ningún gobierno posterior, trajeron enormes inversiones para la búsqueda de minerales valiosos, especialmente oro, que es el mejor negocio minero del mundo, y también el más contaminante. Esas explotaciones tienen estímulos fiscales, no pagan impuestos, los gobiernos locales las apoyan con infraestructura de caminos y servicios, pueden exportar todas sus ganancias sin pagar retenciones, no tienen ningún control serio de impacto ambiental. Son la niña mimada de todos los gobiernos en la última década y pico. Y, extrañamente, esas explotaciones no contaminan el medio ambiente y destruyen el paisaje de las zonas “civilizadas” del país. Están siempre cerca de una reserva o población indígena, sea mapuche, toba, wichi o de cualquier otra nación. Da la casualidad de que esos pueblos son los que están en tierras fiscales, o de difícil dominio, han sido barridos a esos márgenes en los que están los desiertos y los minerales.
Ya en marzo del 2003, un dirigente mapuche de Esquel, Ambrosio Ainqueo, le pidió al entonces presidente Eduardo Duhalde que detuviera el proyecto minero de la Meridian Gold, una corporación multinacional con base en Canadá. “Sr Presidente”, dijo el “Lonco” (Cacique) Ainqueo, “si la mina se hace, se enferma el agua, el aire, se enferman los pescados, los árboles. ... La única solución es que esto se suspenda.”  Ambrosio habló en el Primer Encuentro Nacional de Pueblos Originarios,  citado por Duhalde en la residencia de Olivos. Desde entonces los proyectos mineros como los de la Meridian Gold y la Barrick Gold han crecido en todo el país, sin traer inversiones ni trabajo para las poblaciones locales.
Y hablando de poblaciones locales, las promesas de progreso que traerían las explotaciones mineras parecen no haber resultado ciertas. En octubre pasado, el intendente de Andalgala, la población catamarqueña en la que se  ubica el emprendimiento minero La Alumbrera, declaró a la localidad al borde de la quiebra. Un habitante dijo: “No hay trabajo estable, ni vivienda digna, ni cobertura médica, mientras a metros de nuestra ciudad  pasa el oro, el cobre, la plata que van a parar a los países ricos del norte sin dejar algo para la gente de aquí”.
Hay estudios que dicen que hoy, un anillo de oro genera 20 toneladas de residuos. Por
ejemplo, el proyecto minero Pascua Lama, de la empresa canadiense Barrick Gold, que está explotando los Andes a la altura de  Esquel, del lado argentino y también del chileno, fue denunciada por instalar un “depósito de estériles” en el nacimiento del rio Huasco, en Chile. La denuncia dice que “por ‘estériles’ la empresa no habla de materiales inocuos, sino de todos los materiales extraídos de la montaña  que para la empresa no tienen valor económico entre los que se pueden hallar minerales altamente peligrosos y contaminantes como el mercurio”. Ese depósito, en la naciente de un río, contamina todo el curso de agua dejándolo inutilizable para la bebida de personas, animales o para el riego. Dicen que en el norte, Catamarca, San Juan y otras provincias, ya casi no queda agua potable, contaminadas las napas y los ríos por el arsénico utilizado para extraer el oro y  los tóxicos resultantes de la minería, como el mercurio.
Pero estos horrores suceden lejos de nuestra vista, lejos de nuestra vida cotidiana, lejos de los centros poblados. Y no salen en los diarios ni en el noticiero de televisión. Son cosas que parece que no existieran porque nadie las nombra. Y después de todo, le pasan a las comunidades mapuches del sur, a los cabecitas negras, a la gente que, como ese chico tirado en el zaguán, ya  no le importa a nadie. Y no son metáforas.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Spinetta se muestra entero

Un reportaje que le hice a Luis para el comienzo de Cantarock, en el 83....

Reportaje y fotos de Pipo Lernoud

Charlar con Luis es emprender un viaje, recorrer la trayectoria de un guerrero del alma que se juega entero a cada paso. He aquí una pintura de su historia, reflejo del carácter indomable del rock.

- Tu viejo era músico, ¿no es cierto?

Sí. Cantaba con el seudónimo de Carlos Omar para una cadena de programas de Radio El Mundo. Grababa en Pampa, un sello medio independiente. Yo lo escuchaba siempre por la radio, a la noche. Me gustaban mucho las guitarras que lo acompañaban, y me emocionaba oyéndolo. Cuando yo tenia seis años dejo de cantar, pero yo seguí pegado a la radio, absorbiendo todo lo que fuese música.

- ¿ Y empezaste con la guitarra por tu cuenta?

Ahí viene la verdadera influencia de mi viejo. Con una guitarra prestada por un vecino – el no tenia guitarra, era solo el cantante – me enseño a afinar y me dio los rudimentos musicales, los primeros acordes. En esa guitarra compuse algunos temas que después grabe, como “Plegaria” y la zamba que esta en el álbum Kamikaze, “Barro tal vez”. Al poco tiempo me mando a tomar unas clases con el mas joven de sus guitarristas. Mi viejo no cantaba solamente tangos, cantaba aquella canción poética que decía “Al pie de un rosal florido / me hiciste tu juramento” y otras. Y este pibe me paso los primeros acordes cifrados y me paso canciones, y además había revistas donde salían temas con sus acordes, (como en Canta Rock) y me acuerdo de haber sacado “Ky Chororo”, que es hermosísima, de una de esas revistas. Agarre toda aquella oleada de zambas que había en ese momento, “Sapo Cancionero” y todas esas, algunas muy lindas.

- Al mismo tiempo te copaba el rock and roll...

Claro. Me interesaba todo porque como músico en germen, me estaba empezando a surtir, no me privaba de ninguna información musical. No había sacado ningún rock, porque eso pertenecía a otro campo, el de la guitarra eléctrica, que en aquel momento era inaccesible. Entonces tenia que tocar las cosas que eran específicamente para la guitarra española que tenia, y con eso me sentía fenómeno. Tenia un cuadernito donde iba anotando los temas, y ya buscaba cosas raras, boleros con acordes de séptima mayor, bien disonante, aunque con pocos acordes. En ese tiempo fue que empecé a componer, de ese entonces son las zambas. Tenia un grabador “Geloso” de mi tía, y grababa mis cosas. Me acuerdo de una canción: “¿Dónde están las palomas?”.

- Aparecen Los Beatles...

Y empieza el fato emocional directamente, la mano de llorar al lado del parlante del “Wincofon” escuchando “Please, please me” y empezar a descubrirse a uno mismo. ¿Cómo puede ser que me contagien semejante energía que yo no alcanzo a domesticar en mi ser, y me produce depresiones y euforias tremendas? Era como estar enamorado. Te pasaban cosas que no sabias de donde venían, un deseo de libertad interior, exterior y por doquier...

A uno le hacían preguntarse “¿Cuál es mi destinación en este mundo para poder alcanzar este grado de energía y proyectárselo a otros como ellos hacen conmigo?”.

- “Yo también tengo eso adentro...”

¡...Y lo puedo sacar afuera! A través de eso vislumbré como uno puede volar creando cosas alucinantes para la gente. Era otro tipo de comunicación, un cambio energético, un vaso comunicante del que participábamos todos. Un cambio para enamorarse, para hacer el amor, para decir la verdad, para expresarse. A partir de ahí empieza un viaje que para mi todavía no termino. Ahora, que tengo treinta y tres, que ya no tengo diecisiete, con la perspectiva de la muerte de Lennon, me doy cuenta hasta que punto me volaron, me abrieron y me hicieron asumirme a mi mismo y decir todo eso en mi idioma.

Y ahí es donde entran tipos como Nebbia, que lo estaban haciendo, y que fueron una influencia poderosa. Si me hubiese quedado en Lennon solamente quizás no hubiese percibido lo de Nebbia y no hubiera descubierto como decirlo en mi idioma y para la gente de acá. Además estaban los Shakers, del otro lado del estuario, en nuestro mismo territorio, con tanto talento como los Beatles pero sin la monumentalidad, sin el dinero y la producción europea. Y en ellos hay como una brisa latinoamericana, algo de calle porteña...

- Hay un patio con mate entre las guitarras eléctricas...

Claro. Yo tenia aquellas zambas, pero no sabia como atravesar esa fisura entre el concepto tradicional de canción argentina y la polenta que me despertaba escuchar a los Beatles. Tipos como Nebbia me dieron la clave.

- Vos empezaste a hacer música eléctrica con Emilio, Edelmiro y Rodolfo en los Sbirros, cantando en ingles?

Formamos varios grupos; Los Mods, los Larkins, los Sbirros. Cantábamos algunas cosas en castellano, pero era tomado como un detalle, porque hasta que salieron “La Balsa” y “Ayer Nomás” no había antecedentes que valieran la pena.

- Pero cuando escuchaste eso y viste la luz verde salió un aluvión de temas...

Se decidió un argentino a escribir lo suyo. Después fue impresionante encontrarme con todos ustedes de la Cueva que estaban en la misma y tomamos el mismo ómnibus y nos dirigimos a un cambio en muchas cosas,¡contra todos los que rugieran! Vi a Moris por primera vez y lloré.

A partir de allí se formo un “movimiento”, si querés llamarlo así, que tuvo una continuidad y una consecuencia que no tuvo ninguna otra cosa en el país. Ojalá los que tuvieron el ministerio de economía o el gobierno desde entonces hubieran tenido la decencia y la legitimidad que tuvo el llamado rock. No estaríamos donde estamos...

- Los únicos que se mantuvieron en sus trece a lo largo de quince años...

Por eso confío en las nuevas generaciones, que ya están contagiadas de una lingüística de cambio que no pudieron encontrar en otro lugar que en este movimiento. Gracias a eso ahora hay terrenos totalmente libres para que exista cualquier tipo de expresión, desde música andina hasta rock-hiper-punk-porteño.

Ahora llego el momento de no ponerle mas trabas a todo eso y empezar a gozarse todo, para un cambio, creativamente y laburando. Todo el mundo aportando y no cada uno encerrado en su delirio o metido en un psicoutilitarismo total.

- Y así llegamos a Almendra, con su poesía personal y su olor a mate interplanetario...

Fue un proyecto realmente pensado, en el que la pauta era: “Esto es diferente de todo lo que hay en la plaza”. Ahí adentro cabía Piazzolla, los Beatles y Jobim, y nadie tenia que escandalizarse. El que no salta es un paquetón. Era un cuarteto, un proyecto en el que todos participábamos.

EL SONIDO Y LA FURIA

- Después la cosa se puso mas roquera, mas rabiosa, con Pescado...

Pescado respondía a una visión personal mía, no era un grupo tan participatorio. Abandone en parte una creación comunitaria como había sido Almendra y me puse a desarrollar un estilo que me copara absolutamente a mi, obedeciendo a mis últimos cambios. Había llegado a Hendrix y ya no quedaba tiempo en la cabeza para mirar hacia atrás, era como un volcán. Me olvide del bandoneón, me olvide de mi tradición, de la tradición inglesa o americana, era todo AHORA. Empezó a salir otro tipo de libertad interior, un metabolismo diferente, cambiando la piel y las reacciones. No alcanzaban ni las palabras ni la música para mandar al frente todo lo que estaba sintiendo. Es la guitarra eléctrica como espada de fuego contra los reaccionarios, contra la muerte, contra Vietnam, contra el Vietnam de acá también, contra el exterminio, contra la bomba atómica, contra los que intoxican la tierra y los mares. En favor de hablar el lenguaje de los pájaros, en favor de ver las estrellas que iluminan cada día de nuestra vida si nosotros sabemos abrir los ojos. Es el momento de la paz también, el momento de la relectura de la Biblia, el descubrimiento de Cristo y de Buda, de la meditación, de la autocrítica sagaz. Es el fin de la infancia, el fin de la familia, el fin de la dialéctica psicoutilitarista, el fin del socialismo y el capitalismo como traducciones bastardas del lenguaje de la evolución, ideologías para destruir el brillo creativo de los hombres y someter la vida a mecanismos estadísticos...

Era una poesía láser la que sentía, llevada adelante con el grado de fervor maldito, la poesía maldita que se requiere para que uno se saque las entrañas.

- Teniendo además un vehículo poderoso y corporal como el rock and roll...

Ese latido impactante, constante, ese obstinatto de emoción sin reversa, sin vuelta, sin replay. Porque esas sensaciones pasaban por el cuerpo sin desmayo.

- ¿ Y Artaud fue la digestión de esa etapa?

Fue como sutilizar todo eso. Descubrir que el mismo grado de erupción lo puede tener una guitarra acústica. Tomó tiempo llegar allí. Además el relámpago de Hendrix desapareció. Y uno se quedó hecho pelota. Yo estaba leyendo Artaud (El Pesavios, Heliogábalo) y era como si el tipo experimentara la sucesión del momento de vivir y lo trata de describir en sus obras como si fuera una célula que siente en medio de las mareas químicas que la penetran y le dan vida. La infección de seguir viviendo descripta desde adentro. Es muy torturante. El disco reflejaba eso y la búsqueda de la salida de esa tortura.

- ¿ Que se dio a través de Invisible?

Empieza el vuelo de Almendra otra vez, musicalmente sobre todo. Un esquema de trío que permite un uso intensivo de la guitarra eléctrica, pero melódica, tranquila, suave para el uso habitual de un trío. Algo que se puede comparar, a su manera, con lo que hace Police ahora. Un trío que puede llegar al espacio sin necesidad de recurrir a una gran parafernalia sonora, y jugando con la melodía.

- Trabajando con repeticiones, cortecitos, melodías hipnóticas...

Exacto. Menos paroxismo, menos violencia y mayor gozo y lucidez. Yo pienso que el rock muy violento a veces no permite gozar, es como estar en la montaña rusa, el organismo esta saturado de información y no tiene tiempo de digerirla para gozar. Con Invisible pudimos establecer ese equilibrio necesario.

- ¿ Y las letras, que parecían muy complicadas?

Hay canciones claves como “El diluvio y la pasajera”, donde hablo del poder indígena precolombino, de que en América había culturas que estaban en los grados mas avanzados de conocimiento del Universo y fueron postergadas por un mundo reaccionario y fascista que las aniquilo sistemáticamente. A pesar de los delirios que puede haber en la poesía de Invisible, hay ciertas cosas en las que estaba afirmado: que el hombre se pierde en la maraña de asfalto y no logra ese pulmón verde que le permita compensar tanta maquina a su alrededor.

Hay una energía verdadera que es la que maneja todo, en la que creo profundamente. Todos los demás son monitores que se mueven en función de esa oscilación mayor. Es la Tierra, la obra verdadera de la vida y la evolución del tiempo. A pesar de la mayoría de la información que nos rodea, que quiere hacernos creer que somos nosotros los que manejamos. Eso esta presente en las letras de Invisible.

- En los últimos tiempos del grupo había mas paz, una actitud de mayor armonía interior.

Trata de fertilizar aquello que esta mas ligado a la tierra, a su propia semilla. En ese tiempo nació mi primer hijo. Dante vino al mundo el día anterior al recital del Luna, cuando estrenamos “El jardín de los presentes”. Yo lo comente por el micrófono y había un silencio tan grande en la gente que me largue a llorar de la emoción. La gente escuchó el bandoneón de “Los libros de la buena memoria” con un respeto enorme. Era como llegar a un momento culminante y comprobar que podía tener esa atención de parte de la gente. Habían comprendido mi esfuerzo por dar algo diferente y podíamos llegar juntos a un estado que no era solo euforizarse y bailar al compás de “Petiribí”. Sentir juntos ese bandoneón y ese clima de río, de noche de verano ardiente, ese clima nuestro y profundo.

Fueron tiempos de muchas compensaciones para mi, tiempos buenos para mi espíritu. Me di cuenta de que había descripto una parábola hasta llegar a mi hijo. De allí en adelante es como empezar una cosa nueva.

LA LIBERTAD MUSICAL

Me junté con un músico de jazz, como Rapoport, y encaré algo nuevo, la banda Spinetta. Pero siempre sintiendo que hay una pasión que me rige y tengo que estar cada vez mas en línea con esa pasión, porque de otro modo nunca voy a poder ser yo. Tengo la ternura de mi hijo que me permite volver a cantarle a una flor: “Hermosa y dulce flor de la mañana, no te cansaste de tiritar”. Y cantar “Toda la vida tiene música hoy” a pesar de que yo sabia que en el país estaban pasando atrocidades muy grandes y yo no quería ceder, quería seguir.

Quien hoy escucha eso va a sentir que hay detrás de la música una mano, que no es la mía que le restaña las heridas, que le brinda un apoyo a su dolor.

- Te bancaste muchas criticas por “A 18´ del sol”, incluyendo la mía.

Si, pero eso era de esperar, si yo estaba caminando en una nueva dirección. Sabia que lo que estaba haciendo era suficientemente peligroso a nivel musical. Me propuse investigar. Que aparecieran cosas en la guitarra que no fueran parecidas a otras, escuchar un tipo de música que nunca me había permitido escuchar con libertad. Tenia la sensación de que el jazz era música para tipos con whiskies en la mano, apoyados en la barra de un boliche oscuro. Y después me di cuenta que el jazz es la libertad, que no se fija limites a la inspiración. Te podes imaginar cualquier temática y sobre eso trabajar. Tres pianos con orquesta o siete oboes con grupo de rock y bombo leguero. Eso es el jazz.

- Después de “A 18´” pasaron tres años sin que editaras discos.

Porque mientras pasaba por todo ese cambio musical, yo estaba tramitando ir a grabar el disco a Estados Unidos y si firmaba un contrato de discos en Argentina la posibilidad afuera se echaba a perder. Yo quería firmar allá, y que la orden llegara de allá, porque pensaba que me iban a dar mas posibilidades. Aquí nadie se imaginaba que la CBS americana iba a gastar la suma que gasto para que yo hiciera el disco. Por eso después me hice mi propia producción discográfica, para que nadie me pusiera limites.

El disco americano “Only love can sustain” tardo como tres años y medio en concretarse, fue un parto. Tenia que demostrarme a mi mismo que podía hacer algo en otro lado.

- ¿Y como te sentiste en EEUU?

Después de tres años de cabildeos y telegramas, abogados y proyectos de contratos, llegue al aeropuerto de Nueva York y me esperaba el productor con una limousine. Al otro día voy al estudio y me encuentro delante de partituras con mi nombre y una orquesta de 60 profesores dirigida por un monstruo que se llama Torrie Zito, que arreglo el “Imagine” de John Lennon.

Fue la primera vez que cante con una orquesta tocando. Pero fui al frente y cante. El productor hizo las cosas totalmente diferentes a lo que yo quería, yo hubiera gastado menos guita y hubiera hecho un disco de Spinetta, no un disco con sonido yanqui grandioso. Ahora, en las disquerias americanas, después de The Spinners viene el disco de Spinetta, y ahí esta. Fue una experiencia. Ni bien termine de hacer el disco, rompí el contrato y se acabo. Me perdí la oportunidad de hacer los otros dos discos proyectados en Estados Unidos, y estar laburando allá. Pero a mi me interesa estar laburando acá.

- Y vuelve Almendra...

Con la idea de brindarnos a nosotros mismos el gusto de decir: “Acá esta Almendra, del que tanto se habla, vamos a tocar para ustedes como somos hoy”. Era como algo pendiente, algo irresuelto, y quisimos cerrar el capitulo. Sacamos un disco nuevo que tiene mucho para escuchar a pesar de que la gente no le presto atención, porque estaba ocupada en tratar de encontrar la trampa comercial en el asunto. Durante todo este tiempo yo seguía redondeando mi proyecto personal comenzado en “A 18´” y postergado por el disco americano y las actuaciones de Almendra. Allí comienza la historia reciente de Spinetta Jade.

- Que es como la maduración de todas esas experiencias...

Es evidente e inevitable la maduración. Yo cada vez tengo mas claro lo que quiero y como se hace lo que quiero. Pero al mismo tiempo conservo zonas inmaduras de mi personalidad, y eso me gusta, porque es lo que me mantiene fresco, me hace cambiar.

Con Jade ahora editamos “Bajo Belgrano”, que debió salir hace tiempo, pero se fue Rapoport y tuvimos que replantear muchas cosas porque el grupo tenia otro sonido. Se fue Frank Oistertek y entro a reemplazarlo en el bajo Cesar Franov. Toca Osvaldo Fattorusso percusión. Hay temas de Leo Sujatovich y varios arreglos de el.

- ¿ Y los discos solistas? Kamikaze tiene muchos temas viejos, que estaban esperando ser grabados.

Casi todos son viejos. Desde la zamba, que esta compuesta cuando era pibe, hasta Tupac Amarú, que es de la primera epoca de Invisible. Yo quise meter esas viejas canciones que andaban rondando dentro de un disco con un clima diferente. Cuando lo estrene en vivo, incluí otras canciones que son nuevas para la gente, pero en realidad son muy viejas, como “Caminata”.

“Mondo di Cromo”, el nuevo solista, es una colección de canciones que yo sabia que no eran para Jade. Porque uno compone mucho y edita menos de la mitad. Y yo ya entre en una etapa de fluidez de producción que me permite sacar dos álbumes en un año, y meter cosas de diferentes estilos. “Mondo di Cromo” tiene pequeñas exploraciones en nuevos sonidos, en ritmos mas “modernos”. Lo arme todo solo y después llame a los músicos para que tocaran lo que faltaba. Es un poco mas roquerote que el habitual Spinetta solista.

El año que viene quizás saque un disco completamente diferente, porque sigo en movimiento permanente. Siempre tengo cosas rondándome en la cabeza, músicas sonando y poesía que no anoto. Cuando siento que ya tiene la fuerza suficiente, que ya esta madura, redonda, me pongo a trabajar para pasarla al papel o al disco, y hasta que lo logro totalmente no paro. Anoto y grabo cositas, las corrijo, las releo, las reescribo. Aprendí a esperar el momento en que la cosa ya esta, ya tiene fuerza propia, ya se lo puede dar a los demás. Cuando la música o la poesía vienen en serio, uno no tiene nada que ver. Sos como Chirolita, un canal a través del cual el mundo habla. Yo busco eso, porque ese momento te paga cualquier sacrificio que hayas hecho para lograrlo. Y eso implica un trabajo permanente, limpiando y aceitando los canales por los cuales aparecen las verdades mas profundas. Es como convertirse en la antena de Balcarce, recorriendo el cielo en busca de señales. En momentos tan oscuros hay que ser muy firme y mantenerse fiel y abierto a ese poder que hace que la vida continúe a pesar de las miserias constantes, las que nos imponen de afuera, y las que nosotros mismos producimos. Las torturas son muy grandes en este tiempo. Si no nos conectamos con ese poder, la vida jamás podrá rehacerse, el planeta jamás podrá reverdecer.

lunes, 16 de enero de 2012

LA LENGUA DE LA TIERRA

Aprovechando que hay un intenso movimiento de cantautores en nuestros pagos, y aprovechando también que hay un renacido interés por la ecología, el yoga, las drogas alucinógenas y las experiencias místicas, me parece oportuno reflotar la lírica de un grupo que en los sesenta inspiró a tipos tan diversos como Los Beatles, Led Zeppelin, Caetano Veloso y Silvio Rodriguez, haciendo un viaje por las letras del dúo escocés Incredible String Band. Robin Williamson y Mike Heron desarrollaron una poética incomparable. Veamos por qué. En esta nota todo lo que está en itálica pertenece a sus canciones.

Nuestra lengua materna es el español, la de Incredible String Band es el inglés. Sin embargo, la verdadera lengua de todos nosotros es la canción que nuestra madre canta, y nuestra madre es la Tierra, y esa canción, esa lengua, es un secreto que nosotros tratamos de sentir, conocer, entender o escuchar algunas veces. Como dicen los Grateful Dead: "Tapa mis oídos para oír la melodía y cierra mis ojos para ver la luz".

¿Ver qué? “La luz única, la luz que es una aunque las lámparas sean muchas. La luz que no puede ser vista con los ojos de esa canasta limitada con piel que somos. La luz clara bajo la cual podemos danzar sin movimiento”. La luz de la meditación, del éxtasis. Aquella energía que está “vibrando, brillando, en silencio, sin pensamientos”. La "luz interior" a la que los Beatles nombraban, tomándola de los Upanishads. Desde los tiempos prehistóricos los hombres comunes -y algunos profesionales, como los santos, los yoguis y los chamanes-, buscan esa sintonía, esa luz, esa melodía, buscan encontrar a Dios, a la energía, a la “raja entre los mundos”.

Robin canta. “Vivimos en un torbellino, tratando de agarrar la realidad, de amigarnos con el cuerpo de la vida, para volvernos amantes para quienes la vida está completa”. El Don Juan de Castaneda, hablando acerca de Don Genaro, dice algo muy parecido: "Don Genaro está abrazando la tierra, aunque siendo tan pequeño, sabe que no puede tomarla toda. Pero Genaro sabe que la tierra lo está cuidando, y dondequiera que él va, su vida está completa".

¿Qué es lo que hace la vida completa? Estar en éxtasis, enamorado de la vida, entregado en la “lección de fluir”. Reconocer que nos mueve esa vida, esa energía que mueve todo: “Todo lo que se mueve / es movido por sus manos / ella se refleja eternamente / en la vida de la tierra / en la construcción de los pensamientos/ en el movimiento de las arenas".

La vida es una totalidad. No está partida en reinos separados, no viene etiquetada: "humano", "vegetal", "océano", etc... Es nuestro cerebro el que hace las distinciones, el que pone los nombres... Nuestro cerebro, que está construido con los mismos elementos que el mar o las plantas, proviene de lo que comemos y volverá a la tierra cuando hayamos muerto. Es todo un sólo río de vida atravesándonos, siéndonos. Cambiando formas. Todo disuelto en una gran ola, una y otra vez. La ola se forma, toma su nombre y poco después desaparece. Cada cosa que vemos no es más que un instante de esa ola, una forma pasajera. "Nama Rupa", dicen los hindúes: “Nombre y Forma”; todo lo que existe es solamente un nombre y una forma pasajera, impermanente.

Pero no son sólo elementos materiales los que al cambiar dan existencia al mundo como lo conocemos. No son sólo procesos químicos y físicos. Hay una serie entera de energías desconocidas, de vibraciones y respiraciones con los que algunas veces podemos armonizar o llegamos a visualizar o sentir. Porque tal vez es verdad que, como dicen los budistas, estamos aquí para que el universo pueda ser consciente de sí mismo.

“Pelo negro, pelo marrón; pluma y escama, semilla y estambre, y todas las innombrables formas de vida, pongan sus nervios vibrantes en mi dirección y sientan la energía que proyectan mis células” dice Heron en “Una canción muy celular”. Todas las criaturas están respirando el mismo aire, vibrando la misma energía, pero nosotros casi nunca tenemos conciencia de esa integridad. Estamos aquí atrapados en la distracción diaria, "esclavos del tiempo, viendo sólo lo que podemos ver, viendo raramente lo que realmente es real”.

Pero hay veces en las que “el libro de la vida se abre para nosotros, y no hay más secretos”. Cuando esa “puerta del suave misterio se abre, cuando encontramos la puerta detrás de nuestra mente”, entonces podemos reconocer esa realidad. Patanjali, el filósofo hindú que sistematizó todas las experiencias de yoguis y místicos de la tradición india en el año 500 antes de Cristo, dice que ese poder "puede ser innato en las personas, o ser producido por las drogas, los encantamientos, el ascetismo o la meditación". ¿Quién puede dudar que la Incredible String Band -como mucha otra gente en los sesenta- practicó todas esas maneras de tratar de abrir las puertas, aunque la práctica fuera llevada adelante de un modo intuitivo, experimental y algunas veces demasiado loco?

“¿De qué formamos parte?” se pregunta Williamson. “¿Qué es lo que somos?” Muchas cosas se descubren por la permanente e independiente concentración en la "pregunta medianamente importante" que Incredible repite una y otra vez. Patanjali también subraya que la atención en la vida diaria abre la puerta a la visión del mundo como realmente es.

En la ISB hay una constante atención a esas preguntas que realmente importan. Hay un permanente intento de abrir esas puertas dentro de la mente. Una y otra vez los de ISB vuelven sobre el interrogante fundamental:"¿De qué formamos parte?, se preguntan. ¿Qué es lo que somos?

Sus canciones muestran distintas versiones de esas preguntas para las cuales no hay respuestas en palabras. La ISB parece encarnar la frase de los monjes Zen de California, que dicen: "Yo no tengo ninguna respuesta, pero ciertamente admiro la pregunta".

HIPPIES Y POETAS

Viéndolo en su totalidad, y especialmente en el período 1966/70, el de Incredible es un maravilloso cuerpo de trabajo poético con una amplia variedad de aspectos, siempre rondando la integridad de la naturaleza, la experiencia espiritual, y lo que ahora llamamos Gaia, la Tierra viviente.

Robin y Mike hablan con poesía, como si fuera mejor no tratar de definir con teorías los estados espirituales. Esos estados y conocimientos pueden ser transmitidos por medio de la “intensificación del lenguaje” que es la poesía.

"Colocando tus pies donde la arena aún no ha sido pisada, el océano que sólo comienza..." "Si no contestas este acertijo, nunca comenzaras..." Comenzar y no comenzar... “Nunca comenzaras”, nunca estarás fuera del tiempo, libre de comienzos y fines, libre del engaño de Maya. Es el mismo misterio, como la arena, siempre cambiando, pisada una vez, lavada por el mar, virgen nuevamente....

Hay una olvidada frase de Robin que refleja la esencia del descubrimiento de los budistas: "todo lo que podemos hacer es morir". La muerte es la única realidad porque la vida es constante cambio y disolución, impermanencia. Todo está muriendo constantemente. Pero como bien dice Robin, “lo opuesto también es verdad”: El océano y el mundo están únicamente comenzando, constantemente naciendo. Nunca he visto una imagen tan hermosa: “El océano que únicamente comienza”. El univeso nace a cada instante.

UN MUNDO POLIFONICO

La vida es increíblemente dinámica en ISB, todo lo que habita sus canciones está vivo y transformándose. Es la visión de un universo orgánico, vibrando lleno de procesos que suceden simultáneamente en una sincronicidad que nunca es posible comprender completamente, tan grande es su diversidad e interconexión. El impacto que quisieron lograr los Beatles en Sargent Peppers, la sensación de simultaneidad y diversidad, las melodías que entran dentro de otras los ritmos que se disuelven, los sonidos que aparecen y desaparecen, todo esa multitud de sensaciones está inspirada en lo que Paul y John, -sobre todo Paul-, escucharon fascinados en ISB

Como el mundo biológico, el mundo de Incredible es polifónico y allí todo está mezclado: el pasado, el futuro y el ahora son un mismo momento. Canciones de cuna y adivinanzas (acertijos) cruzan armonías hindúes y tonadas del folklore celta, dioses de todas las tradiciones viven juntos en el templo de la naturaleza que no es diferente de las estaciones de la mente. "Sueña un mundo todo viviente, conspirando, zumbando como una colmena. Sueño un mundo todo viviente: lo sueño como si fuera yo. Elevándose en hojas hermosas y tiernas, brillando en ojos innumerables, y la dulce canción de las ballenas, debajo del mar".

Y, para rematar la canción, amor y respeto por el milagro: “Si yo pudiera cantar sólo una canción, la cantaría para celebrarte". Este mundo impermanente y pasajero de Maya no debe ser despreciado, es un permanente milagro, “es un campo de juego para los gozosos jugadores.”

EL MODELO PERFECTO

Como síntesis Robin hace una declaración ecológica y mística: "No permitiré que alaben a quienes rompieron la armonía global en fragmentos astillados, y sin embargo, ellos forman parte de un modelo perfecto, complementando armonía con discordia, y luz con oscuridad".

Somos nosotros los que hemos perdido contacto: “El mundo perdió su unidad en nuestras leprosas visiones. Cuando nacimos, no teníamos cabeza, y nuestras luces saltaban para saludarse la una a la otra”. Pero comenzamos a caer en las inevitables trampas del ego y la separación. Ahora estamos todos "mirando al mundo como un espejo roto, viendo nuestras propias caras reflejadas". Y sin embargo, “en nuestro rostro están todos los rostros, y cualquier lugar será nuestro hogar natal”.

Sentimos que hay “un diseño cósmico, un modelo que complementa oscuridad y luz. Ese es el antiguo diseño que viaja lejos a través del tiempo, el que nuestras hermanas de mirada profunda y nuestros hermanos de todos los tiempos reunidos aquí (en las nuevas tribus) tratan de encontrar”. Eso fue escrito en 1968. En algún momento mágico nosotros creímos haber encontrado ese modelo y haber entendido ese sentido de la vida, y tratamos de vivir de acuerdo con él. Pero tal vez no estábamos listos para la misión, y nos perdimos de nuevo en el torbellino de egos y responsabilidades. O quizás sólo es posible entrar en contacto con ese gran diseño cósmico en breves momentos, a través de la meditación, del éxtasis amoroso, de los rituales, de la poesía, de las canciones.

Sea como sea, esa es ciertamente otra historia. Esa cuestión “medianamente importante” no es algo que sólo Robin y Mike deben responder, es una pregunta pendiente para todos nosotros. Después de todo, “estamos aquí todavía, algunas veces dejando las cosas importantes para después, otras veces despiertos, mirando y aprendiendo como niños pequeños”.

jueves, 15 de diciembre de 2011

¿Qué hacemos con las corporaciones?

Un reportaje que le hice al director de The Corporation, Mark Achbar, hace unos años, y publqué en La Mano. Hoy Mano de Mandioca subió el link para la película, y creo oportuno re publicarlo.

En medio de la polémica por las papeleras que se quieren instalar en Uruguay, y los vergonzozas demostraciones de poder de las transnacionales presionando a los gobiernos, vino a Buenos Aires Mark Achbar, director de The Corporation, un documental sobre justamnete eso, la falta de poder ciudadano frente a las corporaciones. Su película es un éxito en el circuito de documentalistas de Canadá y Estados Unidos, y ha vendido decenas de miles de DVDs. Mark vino a dar seminarios sobre técnica de documental, pero nosotros quisimos hablar de sus conclusiones después de entrevistar a decenas de especialistas en los problemas de la globalización.

“En Canadá, la pélicula comenzó exhibiendose en un solo cine en Toronto, para probar, porque los distribuidores no le tenían mucha fé. Cinco meses después, la pelicula había roto todos los records de un documental, se mostró en 70 ciudades de Canadá y más de 300 ciudades en Estados Unidos. Fue a Europa, ganó varios premios, se convirtió uen un tema de discusión en la prensa de todo el mundo, increible. Eso demuestra que hay un interés de la gente para discutir el poder de las corporaciones en nuestra vida.”

“Nosotros no queríamos proponer soluciones porque cada caso requiere una solución particular y cada individuo tiene sus preocupaciones particulares. La gente te dice ¿Qué puedo hacer? Y depende de donde estás y con qué elementos contás para generar una solución. Paul Hauken hace poco mostró una lista de todas las ONG que trabajan por un mundo más justo y ecológico, ¡eran como 250.000 organizaciones en todo el mundo!

El tipo, mientras pasaba una lista que tardaríamos días en ver entera, dijo ´Nosotros no nos damos cuenta de que ya se está construyendo una alternativa, un movimiento para el cambio, aunque todavía no nos damos cuenta de nuestro poder´”.

Pero Mark no es tan optimista después de lo que vió y vivió haciendo su pelicula:“Construir una cultura alternativa requiere mucho compromiso. Es realmente dificil. Yo quería hacer una cooperativa con mi equipo de filmación, y a muchos de los participantes simplemente no les interesó. Querían cobrar su salario y buenas noches. No querían preocuparse por el manejo de la compañía, la administración, las ventas. Quieren participar de las ganancias, si las hay, pero no de los problemas que hay que resolver para obtener esas ganancias. No querían comprometerse.”

¿Qué estrategias ves más efectivas para desnudar el poder corporativo?

“Hay tantas estrategias como situaciones a enfrentar. En la pélicula mostramos a un lider de defensa de los trabajadores en situación de semi-esclavitud, y el tipo usa una técnica medio parecida a la de Michael Moore, poner en evidencia a los ejecutivos de las corporaciones, ridiculizarlos en público, confrontandolos con datos como que el trabajadror textil apenas gana unos centavos sobre las prendas que produce, que se venden a cientos de dólares. Es una técnica que nos pone incomodos a todos, pero dá resultado, porque los ridiculizados en general tratan de hacer algo para recomponer su imagen y eso provoca cambios. Son estrategias, que a veces resultan, a veces no.”

FRASES EN LA PELICULA

Michael Moore dice: “El hecho de que la mayoría de las corporaciones está dirigida por tipos ricos y blancos ya las desconecta del mundo, que no es en su mayoría ni rico ni blanco. Los ejecutivos transnacionales viven un mundo diferente al nuestro, y estan siempre protegidos y en primera clase.”.

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Hay otro entrevistado en el documental, un negociador internacional de oro y valores, que dice, riendo: “En la devastación siempre hay oportunidad. El 11 de septiembre, cuando los atentados contra las torres gemelas, el oro multiplicó muchas veces su valor, y nosotros ganamos millones de dólares”

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Porque un recurso se convierte en riqueza cuando algien le pone un cerco y lo llama propiedad privada? Porque el mar, el aire, las selvas, no son riqueza para la humanidad hasta que alguna empresa los explota?

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¿Puede sobrevivir una civilización en la que casi todas las relaciones de las personas son comerciales, y están mediadas por el dinero?

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Dice Sam Gibara, presidente de Goodyear Corporation, “Los gobiernos han perdido su poder frente a las corporaciones, que se han vuelto planetarias, se han desnacionalizado y eso es un cambio importante”

LAVADO DE CARA

Mark cuenta una historia de su pelicula: “El chairman de la más grande corporación fabricante de alfombras en el mundo, Ray Anderson, leyó el libro “La ecología del comercio” de Paul Hawken, y decidió que convertiria a su transnacional en una empresa sustentable y socialmente justua. Está tratando de basar todo su uso de energía en fuentes renovables, las alfombras que vende tienen incluido el costo de reenvio al final de su vida útil para ser reciclada y no tener que gastar recursos nuevos para fabricar más alfombras, etc. Piensa llegar al 100% de sustentabilidad para el año 2012, esa es su visión. Dentro del mundo corporativo es un persoanje excepcional. Pero yo creo que va a chocar contra una pared en un punto de su desarrollo. Por ahora, esa “filosofía verde” es parte de su publicidad, de su imagen corporativa, y lo ayuda a vender más y llamar la atención de los clientes, dandole una ventaja comercial sobre sus competidores. Y muchas de las cosas que hace le ahorran dinero a su compañía, al cortar gastos de energia. Pero va a llegar un momento en el que va a costarle más caro seguir con el proyecto ecológico, y allí se pondran a prueba sus motivaciones, porque va a tener que enfrentar a los accionistas de la compañía, que, como todos los accionistas, quieren ganar más.

Porque el objeto de una corporación es, ante todo, ganar dinero. Después viene la imagen bondadosa de sustentabilidad ecológica o compromiso social. Por eso es muy dificil cambiar a una corporación”.

Yo le digo que a menos que haya una presión muy grande de los consumidores, nadie va a hacer ese cambio voluntariamente. Por eso los consumidores organizados exigiendo productos que estén hechos con métodos sustentables y en estructuras laborales justas son la única fuerza que puede lograr mejoras dentro de este sistema. Si vos sabés que vas a perder a tus clientes porque se supo que trabajás con empleados en situación de semi-esclavitud, como sucede con tantas corporaciones en el trercer mundo, vas a tener que cambiar y hacer de ese cambio una parte esencial de tu publicidad, como pasa con Nestlé que anuncia sus productos orgánicos o con Dole que dice que sus plantaciones de bananas son beneficiosas para los pájaros y los animales.

Si, dice Mark, “pero hay gente que es mucho más radical con el asunto. Hay tipos como Richard Grossman, que tiene un programa llamado PROCLAD; “Programa para las Corporaciones, la ley y la democracia”. “Ellos dicen que tenemos que re-escribir las leyes que gobiernan a las corporaciones porque tienen demasiado poder, demasiados derechos. En Estados Unidos una corporación es una persona legal, y tiene los mismos derechos de privacidad e independencia que un ser humano. No hay en las leyes mecanismos eficientes de control para estas “seres” que son los que estan definiendo el mundo en el que vivimos. Entonces esta gente está proponiendo que las leyes permitan a los ciudadanos tener un mayor control sobre las actividades de las corporaciones”

Vuelvo a casa y busco en internet el sitio de PROCLAD, que comienza con una declaración bastante fuerte:

“Las gigantescas corporaciones gobiernan, aunque no están mencionadas en ningún lugar de la Constitución. Y cuando las corporaciones gobiernan, la democracia desaparece. Y cuando la gente vive en una cultura construida por los valores corporativos, el sentido común se evapora. Dejamos de confiar en nuestros propios ojos, nuestros oidos, y nuestros sentimientos. Nuestas mentes están colonizadas.”