lunes, 4 de octubre de 2010

¿Marina Silva, comienzo de una política verde para Latinoamérica?

Conocí a Marina en una conferencia de producción orgánica en San pablo, hace unos años. Compartimos estrado en una enorme sala llena de gente ansiosa por escucharla, ya que estaba en plena batalla pública con el presidente Lula y el ministro de Agricultura sobre el tema de los transgénicos. Fueron sus últimos días como Ministra de Medio Ambiente. Ya había tratado de frenar los planes de “desarrollar” la Amazonia y ahora estaba intentando que no dieran de baja la ley que –promocionada por Marina y asociaciones ecologistas y de pequeños productores- prohibía el uso de transgénicos en la agricultura.
Marina, que llevaba años luchando por el amazonas –fue la mano derecha del asesinado Chico Mendez y ella misma nació en una familia de recolectores de caucho- y que se había unido tempranamente a las huestes de Lula, estaba ahora enojadísima y frustrada porque Lula había optado por rendirse a Monsanto fascinado por las promesas de alta productividad. Al día siguiente de la conferencia Marina abandonó el gobierno.
La mesa fue muy tensa, porque estaba presente el Ministro de Agricultura pro transgénico, y el Ministro de Agricultura Familiar, que trataba de contemporizar aunque representaba a los agricultores de pequeña escala, a los que la agricultura industrial saca fuera del mercado.
En esa época había en el gabinete de Lula otro miembro del Partido Verde, el Ministro de Cultura, el cantante Gilberto Gil. Porque hasta entonces el Partido Verde, apenas creado pero de gran influencia entre los intelectuales y artistas, apoyaba a Lula y formaba parte de la coalición gobernante.
El partido verde brasilero, mal llamado ecologista -su plataforma no se limita a los temas ambientales y presenta un proyecto de desarrollo social y económico sustentable-, fue fundado por un personaje interesantísimo, Fernando Gabeira. Guerrillero en los sesenta, preso y exiliado durante años en Suecia, que volvió con la democracia para promover la sustentabilidad, la liberación sexual, el matrimonio gay, la legalización de la marihuana y muchos otros temas de vanguardia cultural. Gabeira además escribió sus experiencias en libros divertidos y apasionantes, como “O que e isso, companheiro?” sobre la experiencia guerrillera (que Bruno Barreto llevo al cine) y “O crepúsculo do macho” sobre el machismo de la izquierda y su experiencia personal con los movimientos feministas europeos.
Espero que el asombroso crecimiento electoral de Marina sacuda las almas dormidas de los alternativos argentinos y latinoamericanos, que aviven el seso y despierten, y nos pongamos juntos a imaginar un movimiento político y social que pueda plantear un desarrollo sustentable que reviva las culturas ancestrales y respete la riqueza y la biodiversidad americana, negociando con la oleada “progresista” que recorre América del sur.
Por los glaciares, por el Amazonas, por las culturas indígenas, por la difusión del poder entre la gente común y no dejarlo en manos de líderes supuestamente iluminados que tienden a caer en el autoritarismo, hacen falta muchas Marina Silva, miles de Marina Silva.