jueves, 2 de agosto de 2012

Queridos co-tripulantes del Expreso Imaginario:



Me parece que  casi todos recibieron una copia del DVD con la antología de la revista en PDF. Me falta hacersela llegar a Bobby y a Eduardo A. Gimenez, y a algunos dibujantes. En realidad faltan muchos con quienes no tengo ya contacto...
Cualquiera que sepan como contactar, avisenme..

Esto empezó cuando me cansé de que la gente -sobre todo joven- me dijera "Me hablaron del Expreso pero nunca ví uno" o "Sólo vi uno de los últimos números..." En ese momento yo tenía una asistente por horas (Maya Loy) que me ayudaba a ordenar mi archivo y tipear viejas notas, y se puso a escanear el Expreso, previo paso por fotocopia para unificar tamaños (tengo un escaner chico).

Al principio pensé en escanear sólo mis notas, pero me pareció muy egoista, asi que hice una selección, dejando afuera todas las notas que fueran levantadas de otros medios (sobre todo en Mordisco, las famosas "trad y adapt"). Y también decidí no poner todas las críticas de discos o recitales, los noticieros Mordisco, las cosas chicas, a menos que tuvieran algo especial. Porque el escaneo terminó costandome una fortuna en horas de trabajo de Maya, así que me ví obligado a seleccionar. Estoy seguro que todos tendrán quejas porque me olvidé de alguna nota o foto importante... Pero no puse, por ejemplo, mis prpias criticas de discos, libros o recitales, a menos que me parecieran importantes.Decidí hacerme cargo de la selección, porque siempre iba a haber alguna queja, así que puse "Compilación Pipo Lernoud". Al principio mi idea fue proponerles a todos que escanearan lo que les parecia que no podía faltar, pero después pensé que sería un proceso muy largo y yo quería despacharlo sin consultar demasiado. Puede funcionar como un demo, si queremos seguir y hacer una versión más completa en el futuro. Lo importante es que ahora cualquiera puede tener una idea bastante completa del Expreso, por poca plata y pasarsela a los amigos.

Verán que puse todos los sumarios, para que todos los colaboradores y las notas estuvieran mencionadas, aunque no estuvieran escaneadas. De esa manera todo el mundo puede saber quien colaboró cuando, y hacer su propia opinión de la evolución del Expreso. Por esa misma razón puse todos los números, para salir del debate de cual es la mejor etapa, un debate que me parece viejo. Ahora son los lectores los que pueden juzgar. Por supuesto, hay más notas de los primeros años que de los últimos, porque a mí, que asumí el doloroso rol de compilador y tuve que seleccionar, me gustan más y me parece que tienen contenido más significativo. Pero no podíamos dejar afuera la nota de Tanguito de Victor Pintos, o la de Claudio sobre Charly en estilo Tom Wolfe, etc. Y también los editoriales polémicos sobre los indios cuchi cuchi, etc.

También evité meterme en el tema legal. Esto es un capricho mío a pequeña escala y no pretende ser una fuente de plata ni una apropiación de nada. Lo hice caseramente y apenas unos pocos ejemplares, a pesar de que seguramente a Musimundo o algún otro tal vez le parecerá un posible buen negocio.  Me costó más de dos mil pesos escanear todo, y unos cientos producirlo. Me gustaría recuperar lo invertido en la producción del disco, pienso que lo que gasté en escanearlos no lo voy a recuperar por el momento. Si alguien quiere hacer un libro o una edición comercial, y todos están de acuerdo, le vendo los escaneos en alta sólo para recuperar lo invertido.
Les cuento todo esto porque alguien me dijo “Ah, pero se puede hacer una edición más profesional, en Flash Player,” Otro me dijo “Esto debería venir acompañado por un libro tamaño Expreso…” Me parece bárbaro si alguien lo quiere hacer, y todos están de acuerdo.
No me parece interesante lucrar con el pasado, y si hay que pagarle a todos es imposible. Personalmente no quise hacer un “producto”, quise y quiero difundir el Expreso, y, si es posible, recuperar lo invertido. No me parece atractivo pensar en un regreso del  Expreso tipo reunión de Serú Giran, aunque estoy dispuesto a participar en todo lo que sea difundir lo que hicimos en esa época. Y lo que sirva para apoyar a Jorge, que tuvo la idea y se merece todo el reconocimiento posible.

Verán que puse una “pequeña historia del Expreso” que ya había publicado en La Mano, en la que faltan muchos (¡muchisimos!) de los participantes, pero es nada más que una introducción. Supongo que los que no figuran pueden llegar a enojarse, pero es imposible mencionar a todos. La idea es darle al lector un pantallaso de lo que pasó, mencionando algunas notas. Pido perdón por lo que falte y los muchos escritores, dibujantes, fotógrafos y etc que no están mencionados.

Al principio tuve miedo de que alguien saltara diciendo que le parecía mal hacer publico el material, pero he tenido una respuesta positiva avasalladora. Pistocchi y Fontova están felices, Claudio y Alfredo y José Luis también. Esta es una edición muy chiquita que solo vendo en mis lecturas de poemas. Quien quiera tener más copias y haya sido participante de la historia, le cobro el costo de cada DVD con tapa.. Por supuesto, seguimos hablando de una edición no comercial.

Le pedí a los amigos periodistas que no lo consideren un lanzamiento publico, y no hagan notas al respecto, porque no me parece que tenga derecho de arrogarme la representación de la revista, más allá de lugares como la Feria del libro Independiente o la Redacción Abierta que organizó Jorge en la que nos juntamos con Horacio, Alfredo y Claudio para hablar de la revista.

No sé cual va a ser el futuro de este esfuerzo para recuperar y difundir el Expreso entre los amigos. No pienso ocuparme de coordinar ninguna edición a mayor escala, ni una discusión sobre el futuro, ni el regreso de los muertos vivos. Tendríamos que estar todos de acuerdo paraqué valiera la pena una edición comercial en cualquier formato. Esto es un capricho personal por amor a la revista, y hasta ahora ha tenido una respuesta buenísima.

La verdad es que fue un viaje de aquellos rever la revista, que sigue siendo –me parece- la revista más aventurera (¡gracias Jorge!) y más volada gráficamente (¡gracias Horacio!) que se haya hecho por aquí. Siempre pregunto porqué no hay una revista así hoy, con toda la libertad que tenemos o parecemos tener.
Espero que circulen este mail entre otros miembros del Expreso con quienes no tengo contacto, y me manden sus opiniones, que espero que no sean puteadas.

A provecho aquí para agradecer al gran poeta Hernán (Gonzalez) por el diseño del sobre y a Gustavo Sosa y Noelia Pirsic por los PDFs. Ellos trabajaron de onda, sin cobrar, y el resultado es muy bueno. Gracias a todos por compartir el viaje, hoy como entonces. Nos vemos.
Un abrazo, 
Pipo

miércoles, 4 de julio de 2012

LA HUERTA INTERNA


 

El trabajo con la tierra y la espiritualidad. Unas ideas que escribí hace diez años para la sección sobre agricultura orgánica que hacia en larevista Uno Mismo 

·       La agricultura ecológica es como la meditación: observación desapasionada, atención constante, disciplina de la voluntad y apertura ante los descubrimientos de la naturaleza.


·       La Agricultura ecológica es como la practica espiritual cotidiana: cada día nacen nuevos yuyos, y parecen infinitos. Pero cada día el terreno está mas fértil, y los yuyos son viejos conocidos que ya no nos hacen más trampa.


·       La agricultura ecológica es como el karma: la cosecha parece depender de tantas cosas exteriores a las que podemos echarle la culpa... Pero el que ha trabajado todos los días desinteresadamente, con paciencia y amor, tarde o temprano tendrá sus frutos.


·       La agricultura ecológica es como las escrituras: todo esta dicho en el paisaje... Pero hay que aprender a leerlo. La primera interpretación esta cargada de nuestras viejas ideas. En la segunda empezamos a escuchar lo que la naturaleza y los sabios nos dicen. En la tercera tal vez ya formamos parte del paisaje.

lunes, 18 de junio de 2012

La Mano, un proyecto subte en 1966


La prehistoria de La  Mano

Notas escritas para la revista La Mano, que proyectábamos con Moris, a principios de 1966, junto con la salida del simple de Los Beatniks, origen del rock argentino

LA NUEVA GENERACIÓN
Ahora los jóvenes han descubierto su misión: Renovarlo todo. Cambiar drásticamente la totalidad de las formas y las estructuras, encontrar una vida más libre y más creativa..
Se necesita un pensamiento nuevo, sin esquemas, sin temores, sin prejuicios. Se necesita una nueva ciencia social, m{as comunicativa, más viva, sin teorías abstractas o fórmulas mágicas. Se necesitan psicólogos que luchen por abrir la mente, por liberarla y lanzarla por nuevos caminos. Se necesitan sociólogos que busquen formas sociales más concretas, más móviles, un contacto interpersonal más completo. Se necesitan filósofos que señalen lo absurdo de todo esto en que estamos metidos, que investiguen, que fluyan.
Se necesita acabar con el arte muerto del pasado (y del presente), el arte óseo y petrificado de las academias. Es hora de aire libre, es hora de un arte agresivo, con participación del espectador-lector, de un arte móvil y dinámico, de un arte cambiante y recreado continuamente,. Una poesía que rompa esquemas, que salte, que nazca siempre,  una poesía de estallidos y sorpresas. Una prosa fluyente, cambiante, una narrativa en nuevo tiempo-espacio, para lectores activos. Un teatro directo, mágico y realista a la vez, un teatro sin actores ni espectadores, un teatro para seres vivos.  Una pintura sin caballete, sin pintura, con espacio, con tiempo, una plástica motriz y violenta, una plástica sin oficinistas. Un cine, por fin, sin comodidades y perdones, un cine posesivo y abrumador, un cine con insomnio.
Se, trata, en fin, de dejar las rutinas, el aire acondicionado y los círculos de intelectuales muertos, se trata de estar vivo entre la idiotez y el desastre de este siglo.
Es hora de avivarse de que los únicos fenómenos artísticos grandes de este siglo son el surrealismo, el pop art y los Beatles. . Todo lo demás es chatarra envejecida y seca.
Es hora de avivarnos también de la revolución melenuda, de Bob Dylan, de que los jóvenes han tomado definitivamente la delantera, y el cambio se produce irresistiblemente. Plegarse a la nueva violencia o morir entre libracos y manuales de retórica. Una generación inmadura para un mundo caduco. La rebelión total, cristal y mierda.



EXPILACIÓN DE UN POEMA,    2006
Pipo Lernoud © Especial para www.rock.com.ar
El poema Todo lo demás es silencio que aquí les muestro, lo escribí en un cuaderno en la casa comunitaria que compartíamos con Miguel Abuelo, Charito Loredo y otros forajidos de la mente (en un momento durmió allí el cantante de blues Taj Mahal y nos visitó Dany Whitten, el después malogrado guitarrista de Neil Young).
Abajo va un comentario de cómo el poema radiografía el momento que estaban (estabamos) viviendo los vagabundos planetarios en 1970.
Este poema forma parte de mi nuevo libro "Sin tiempo, sin memoria" ("40 años de poemas 2006-1966").

TODO LO DEMÁS ES SILENCIO (1970)
"Un golpe de tu dedo sobre el tambor descarga todos los
sonidos y la nueva armonìa comienza"
Rimbaud
Pero un día los vagabundos se despiertan comprendiendo todas las ciudades, todos los idiomas. Y galopan por estas tierras heladas o prodigiosas, regalando el éxtasis a los pasajeros apurados y a las jovencitas confusas, manteniéndose continuamente ausentes de la tierra del compromiso y la conversación, viajando sin fantasmas hacia un lugar de aire musical y ropas sueltas, donde el tambor gobierna y casi todo lo demás es silencio, poco antes del solsticio de verano.
Y es necesario decirles que se queden para alimentar el crecimiento del maíz y los pollos, a echar a andar la vida social de las ciudades modernas, a inventar los colores de los que el publico se alimenta, a reforzar la convivencia alrededor de las comunidades de santos, a adivinar los pequeños destinos de los vacacionistas hermosos.

COMENTARIO 2006, especial para www.rock.com.ar:
Pero un día los vagabundos se despiertan comprendiendo todas las ciudades, todos los idiomas.
Vagabundeando libremente, sin ideas previas, aprendiendo de lo que la vida presenta, sin miedo, con una facilidad para aprender idiomas y sobrevivir en lugares desconocidos.
Y galopan por estas tierras heladas o prodigiosas,
Los vagabundos van desde las ciudades frías del mar del Norte y el Báltico (Copenhaguen, Amsterdam, Estocolmo, etc.) hasta la furiosa fertilidad y riqueza del trópico (India, Tailandia, etc) pasando por desiertos y montañas, siempre a dedo, siempre con la gente de la calle.
regalando el éxtasis a los pasajeros apurados y a las jovencitas confusas,
Como en los tiempos de la Cueva, los nuevos vagabundos hacen parar sobre sus pasos a los oficinistas apurados y a las adolescentes de todo el planeta para mostrarles que existen otros mundos, o mejor dicho, otras maneras de mirar el mismo mundo.
manteniéndose continuamente ausentes de la tierra del compromiso y la conversación,
Sin aflojar a los caretas, diriamos hoy, sin hablar estupideces para llenar el vacio..
viajando sin fantasmas hacia un lugar de aire musical y ropas sueltas, donde el tambor gobierna
Viajando sin miedo, sin ideas preconcebidas, entregandose a la aventura hasta llegar a la India, Marruecos, Cusco, donde la música reúne a la gente.
y casi todo lo demás es silencio, poco antes del solsticio de verano.
Y si no estamos celebrando el mundo con música compartida, estamos en silencio, mirando dentro nuestro, sin necesidad de hablar, esperando la estación del estallido de la vida.
Y es necesario decirles que se queden para alimentar el crecimiento del maíz y los pollos,
Y hay que lograr que esos vagabundos se afinquen, echen raices y desarrollen una nueva sociedad, empezando con la vuelta a la tierra, la recuperación de la ceremonias de la siembra y la cosecha, la agricultura ecológica…
a echar a andar la vida social de las ciudades modernas,
Y que se queden en las ciudades para sacarlas de su torpor y su rutina, devolver el afecto y la alegría a las calles…
a inventar los colores de los que el publico se alimenta,
Y que se queden a crear el nuevo cine, el nuevo arte, el alimento para el erpíritu público…
a reforzar la convivencia alrededor de las comunidades de santos,
Y que se queden a liderar la meditación en los monasterios y los centros de yoga, a inspirar a los nuevos médicos y los nuevos arquitectos, a devolver la sacralidad a la vida…
a adivinar los pequeños destinos de los vacacionistas hermosos.
Y todas las personas, incluso los que andan como locos envueltos en el clima de jolgorio de las vacaciones, los turistas que inundan esos lugares de "aire musical y ropas sueltas", forman parte de esta nueva aventura


Publicada hace años en la revista de Musimundo,MIX (1996)

A NOSOTROS LOS PIBES NOS DAN UNA OPORTUNIDAD
(por Pipo Lernoud)
A Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota no parece conmoverlos el subibaja de las listas de éxitos, sino el público que viaja de una punta a otra del país para asistir a sus conciertos, rituales multitudinarios, siempre fuera de la Capital. Su nuevo disco se llama Luzbelito, tiene una tapa exquisitamente trabajada por el artista "oficial" de los Redondos, el Mono Cohen, que pinta oscuros panoramas musicales de un fin de siglo que ya está aquí, cerca. Los últimos recitales significaron la invasión pacífica de miles de jóvenes a un pueblo de Santa Fe, San Carlos, y las reuniones ardientes en una discoteca de Mar del Plata, a fines de octubre.
En casa del guitarrista Skay y la manager Poli, en una calle tranquila de Palermo Viejo, quien responde a las preguntas en un anochecer de primavera es el cantante del grupo, Carlos "Indio" Solari, tan locuaz y certero como siempre.
¿De qué infiernos nos habla Luzbelito?
Parte del concepto de Luzbelito es que hay una serie de mentiras institucionales que tratan de resolver el problema moderno, tratan de convencernos de su versión de la realidad. Nos quieren hacer creer que lo que dicen los medios de comunicación es la realidad, cuando se trata de una ficción. El noticiero inventa la realidad, no la refleja. Estamos sujetos permanentemente al capricho de los poderosos, de los reducidores de cabezas de los medios de comunicación.
Hay que hablar de la realidad como es, como la vivimos, aunque no es necesario escribir siempre en primera persona. Sería muy monótono y muy estúpido. Los personajes que yo pongo en las canciones son partes mías. Para no hablar siempre en primera persona uno hace aparecer estos personajes: Zippo, Luzbelito, el perro Bobi. Pero las miserias del perro Bobi son mías y tuyas. Cuando en el escenario canto esa canción que dice: "Cuanto más alto trepa el monito, así es la vida el culo mas se le ve", me golpeo mi propio culo, porque el monito también soy yo. ¿Cómo poder reconocer la miseria afuera si uno no es también un miserable?
Luzbelito no es algo de afuera, un mal que viene de afuera a atacarnos. Luzbelito es el conjunto de nuestras propias miserias. Está cargado de nuestra psiquis, de nuestros sentimientos, de los dolores de nuestro espíritu.
La función de un tipo que escribe es zambullirse, sumergirse en la vida y desde allí hablar. Si no hubiera habido esta cultura rock que me asaltó a mí, un tipo de clase media, y que me embadurnó de los mejor y lo peor, no podría estar hoy escribiendo canciones.
Y cuando digo una canción sobre el escenario siento que los chicos saben de que estoy hablando. Cuando hago una canción de amor, no es el amor edulcorado de un cantante de baladas, es el amor sujeto a mil bajezas que conocemos todos, un amor sujeto a celos, a engaños. Se trata, todo el tiempo, de reflejar la manera en que uno ha vivido esas pasiones.
Toda esta farsa moderna está basada en nuestra incomprensión de la naturaleza humana, de la condición del hombre. Zippo habla de eso cuando dice: "Somos todos hijos de multivioladores muertos. Los hijos de puta no descansan nunca." Eso es lo que somos todos.
¿Cómo se ubica Luzbelito al borde del fin de siglo?
Yo me pregunto: ¿por qué fue potente la cultura rock? Porque hemos estado olfateando en el tacho de basura de la sociedad y hemos visto que no todo era como se lo mostraba. Hemos sido irónicos y escépticos, hemos roto los límites de las reglas de urbanidad de una sociedad. Somos gente tallada por experiencias que nos permiten aceptar los cambios que se vienen sin zozobrar. Sospechamos estos cambios que se vienen desde mucho tiempo antes de que salgan en las revistas de actualidad.
Hoy la sensación es que no queda mucho tiempo. Yo creo que estamos en el umbral de una transferencia cultural muy grande. Estamos casi flotando en el ciberespacio, la biotecnología, esas cosas que van a producir un cambio muy radical en la manera de ver la vida. Esa sensación aparece en nuestro último álbum con ese Luzbelito que aparece en el escenario digital, en una de las estampas.
Este año los Redondos cumplen dos décadas de trayectoria. ¿Se siente unos privilegiados por esta vigencia?
A nosotros, con la banda, nos ha ido bien. Somos independientes, hemos llegado a grabar como queremos y cuando queremos, hemos logrado una situación privilegiada. Pero estás hablando con alguien que, a pesar de ser un privilegiado, tiene hormigas en el culo, tiene ganas de vivir, de que aparezcan nuevas incógnitas a resolver.
Cuando empezamos con esto, la ambición que teníamos los rockers era encontrar la novedad, enfrentarnos con incógnitas, vernos obligados a mudar de dogmas. Por primera vez estamos nuevamente en esa situación, estamos en pelotas, sin saber lo que vendrá después.
Por un lado, estos cambios pueden producir el final de eso en lo que uno ha estado metido, que es la cultura rock, sin duda el fenómeno más significativo del siglo. El rock, por primera vez, logró una modificación de los prejuicios compartidos por la sociedad, una modificación producida por los jóvenes.
Pero el rock no es más que otro corralito. De hecho, uno de los slogans que teníamos los Redondos hace años decía: "Saltando por encima de los decorados del rock". Hasta los mismos rockers queríamos saltar por encima de una cultura que te limita, que te empieza a describir de tal manera que las sorpresas se acaban. Todo el ajo, todo el sabor que había cuando estábamos arriesgando, probando, experimentando, empezó a desaparecer.
Y ahora de nuevo tenemos esa liberación de estar en el umbral de algo desconocido. Ahora tiene que venir algo diferente.
¿Y dónde ves los síntomas de lo que se viene?
En esta época de cambios y dudas, en la que uno no sabe que es lo que vendrá, prefiero prestarle oídos a esos chicos que tiene metidas dentro de ellos las noticias del futuro. Uno puede contarles su experiencia, pero ya sabemos que la experiencia es intransferible. Nosotros siempre nos hemos cagado en aquellos que nos vienen a enseñar su experiencia. Seamos sinceros: hoy en día nos seguimos cagando en la fórmula de vivir de acuerdo a la cultura vigente.
Hay una pulsión que yo sigo reconociendo como propia. Los chicos que nos van a ver a nosotros son esos chicos, no son los tipos de nuestra generación. Y hay una energía latiendo ahí, hay una necesidad: la de participar de esta especie de epopeya, que se parece a los viejos festivales de Lobos, a Woodstock. Pero no es Woodstock ni nada por el estilo. Es algo inédito, una cosa nueva que generan ellos.
El respeto que uno tiene por los jóvenes es un respeto temporal, tal vez crezcan y cambien. El respeto por su capacidad de indignación es tal vez pasajero. Porque en este momento no tienen compromisos, no tienen transas hechas con el medio y entonces todavía son heroicos, son valientes, y dicen lo que no les gusta del mundo en voz alta.
Todo eso ya nos pasó a nosotros. Es lo mismo.
¿Cuál es la función de un grupo como Los Redondos en esa epopeya?
Los Redondos tenemos en claro que no somos más que una excusa de los chicos. Con nosotros pasa algo que no terminamos de entender, pero somos una excusa de los chicos para reunirse, para ponerse en un cierto estado de ánimo. Vos fijate lo que pasa en estos recitales que hacemos en los pueblos. Nosotros sólo tocamos un par de horas en la noche. Pero una semana antes hay grupos de chicos que van y se instalan en esos pueblos que ni siquiera son lugares turísticos. De esos tres días que están en el pueblo, son apenas seis horas las que nosotros estamos sobre el escenario.
Por eso cuando te ves pintado en una remera o a lo mejor se te acerca un pibe y te dice "maestro", en el fondo te están diciendo: "Vos sos un símbolo siempre y cuando yo compre tu compact y te permita seguir grabando tus canciones". En esta época el músico ya no tiene el rol casi mesiánico de los 70. Hoy en día vos sos importante en tanto y en cuando formás parte de la imaginería que les sirve, y la remera puede ser del Che Guevara, puede ser del Indio Solari, puede ser de Luca Prodan... pero no somos más que un símbolo que ellos se apropian y manejan a su manera.
Si los grandes pensadores no entienden lo que está pasando en el mundo, ¿cómo vamos a pretender que chicos de quince o veinte años lo entiendan?
Lo que tienen los chicos es esa misma indignación que teníamos nosotros cuando empezamos esto. Pero además, hoy hay una rabia que nosotros no teníamos. Y un público rabioso te tolera porque vos no hacés fantasmas con la imagen. No porque vos le estés marcando un norte, un camino, una línea de acción clara.
Por eso el último grito de Luzbelito es : "Nene, a partir de ahora esto está en tus manos".
¿Cómo son esos recitales en los pueblos?
En un recital de Los Redondos pasa de todo. Se hace el amor, viene gente con sus hijos pequeños, se forman amistades eternas. Si uno quisiera controlar lo que pasa, no podría. Uno terminaría teniendo actitudes temerosas, porque un recital de los Redondos es una caldera del diablo. Y eso es más potente que lo que nosotros generamos, y uno es deudor de eso. Nosotros, a la edad que tenemos, podríamos estar pensando en que los chicos no corran peligro, porque ves a los pibes trepados por todos lados y te impresiona. Pero son las mismas cosas que nosotros hicimos cuando teníamos diecisiete años.
Hay algo que uno dice con cierto pudor: nosotros somos de clase media, originalmente nuestro público era casi intelectual. Y ahora son pibes que vienen de lugares totalmente desangelados, lugares del conurbano en los que la gente está abandonada a su suerte. ¿Quién soy yo para determinar cuál debe ser el comportamiento de esos chicos? Lo que a mí me fascina es que hayan elegido la banda en la que yo estoy como pivote para que esa energía circule. Y ojo, que no estoy tratando de sacralizar el asunto. Estoy describiendo lo que es.
Nosotros no somos tan poderoso como la gente cree. Yo estoy muy orgulloso de las canciones, pero sobre todo estoy muy agradecido de que nos haya elegido esa gente que viene de lugares muy duros, de Lugano I y II, de Laferrere... La fuerza y el sabor lo tienen ellos. Gracias a Dios uno elucubra unas historias en las que los personajes se parecen de alguna manera a los que ellos quieren cantar a los gritos todo el recital.
A nosotros no nos van a pedir que sonemos "rudo". Ellos son rudos. No necesitan disfrazarse de nada ni demostrar nada. Su vida es muy dura, muy jodida y han elegido a unos veteranos como nosotros por algún motivo que me supera ampliamente, y que supera mi poca experiencia de tipo de la clase media que ha hecho una banda de rock and roll y le ha ido bastante bien.
Pero los Redondos ya son más que una banda de rock and roll.
Nunca hubo una corporación detrás de nosotros convenciendo a la gente de que nos compre y que nos escuche. Es una elección de ellos, y ellos saben que son los dueños.
Muchas veces nos adjudican un poder sobre la gente que en realidad no tenemos. A nosotros nos dan un permiso, nos dan la oportunidad por ejemplo, de hacer un álbum como este que terminamos ahora, que no tiene nada de la música cruda de guitarras que se supone es nuestra marca de fábrica. Estamos permitidos por nuestro público.
A veces algunos perspicaces dicen que somos tres tipos que hace veinticinco años imaginamos una manera exitosa de ser famosos. Suponen que nos reunimos e hicimos un plan: "No hagamos prensa porque entonces conservamos el misterio, no vayamos a la televisión para crear la incógnita..." ¡Eso es una boludez! ¿Cómo vas a pensar que somos tan geniales y tan maquiavélicos?
Lo que pasa es que uno mamó una cultura y no tolera ciertas cosas. Yo siempre digo lo mismo: A mí me gusta jugar al flipper pero no me gusta ser la pelotita. Si te exponés a través de los medios te transformás en la pelotita, y eso a mí no me interesa.
Los Redondos siguen produciendo sus propios discos y sus propios espectáculos, después de veinte años.
Antes, parecía que nadie, siendo independiente iba a llegar más allá de los pequeños boliches y los circuitos limitados de venta. Parecía un límite insuperable. Y nosotros éramos los mimados de todos los periodistas que nos consideraban una banda de "culto". Pero cuando vos ya empezás a aparecer en las ligas mayores, ahí se arma el bolonqui. Porque empezás a ser un modelo diferente.
Se trata de tres cabezones que dicen: "Vamos a ver si no se puede. Si vos hacés buenas canciones, si presentás las cosas que le duelen a la gente, si lo que decías está vigente, ¿por qué no se puede?"
Entonces aparecen las zancadillas que el medio te empieza a hacer. Todo el mundo piensa que es muy fácil: simplemente la gente te quiere y vendés discos. Pero no es así. Vos le tocás el culo a mucha gente, con una actitud como esta, si te va bien. Hoy estamos hablando de los Redondos porque les fue bien. Si no, sería una de tantas bandas que lo intentaron y no lo lograron, y nadie se acuerda más.
Pero los Redondos coquetearon en las ligas mayores desde la total independencia. Y sabemos que eso es envidiable, porque la total independencia te permite hacer cosas que cualquier músico atesoraría: grabar cuando querés, como querés y lo que querés. Y envolverlo como se te da la gana. Y hacer estadios llenos sin necesidad de recurrir a nadie, sólo vos y tu público.
No es ninguna cosa rara, ningún geroísmo. Es una cuestión de ser suficientemente cabezadura para hacer lo que uno siempre quiso, y no perder la libertad.
¿Los Redondos graban los discos pensando en cómo van a sonar en los conciertos?
Para nosotros una cosa es el disco y otra el vivo. De pronto en el disco Skay mete tres violas diferentes en un tema, y en vivo hace una síntesis de eso con la viola sola. Con todo lo que se nos ocurre en el estudio, necesitaríamos otro violero y probablemente otro teclado. Pero el vivo es algo diferente.
En vivo uno está confirmando, dando vida a esa música con su transpiración y su excitación y muchas veces mejora porque se hace más cruda. Además vos representás las letras, las subrayás con los gestos, les das vida.
Todo el enigma desemboca en ese lugar: el escenario. El escenario es la frutilla de este postre. Vos te hacés cargo de tus canciones con tu gestualidad, con tu capacidad expresiva, subido en ese lugar siempre nuevo, maravilloso y curativo. Ese lugar para mi es lo más grande que hay en la vida. Es donde me siento más cómodo en el mundo. Esa sensación es algo que está con uno y uno no sabe por qué.
Podés estar con diarrea, con dolor de muelas, pero subis al escenario y durante esas dos horas, desaparece todo. Después bajás del escenario y tenés una horita de aterrizaje y entonces vuelven el dolor de muelas o la diarrea.
Quizás haya una especie de poder. Pero no es que vos seas poderoso, es el poder de confirmar tu propio viaje, tus visiones. Confirmarlo con una manera de moverte, de desplazarte, de agarrar el micrófono. Vos estás teatralizando tu propio drama. No con posturas pensadas o coreografías ensayadas. Sólo con gestos cargados de emoción. El escenario es el mejor lugar del mundo. Ahí se ve más claro lo que tu corazón quiso decir, y una canción de rock and roll no termina hasta que se representa y se vive sobre un escenario. 

martes, 22 de mayo de 2012

FELICES 70, BOB!!!


Lo que Dylan me dijo al oido en el 65/66, tuve que vivir todo este tiempo para corroborarlo.

Dylan ha sido el padre de todos nosostros. Inspiró a Morís en la pensión del bajo para componer “El Abuelito” que después se llamaría “Escuchame entre el ruido” en el 66.
Poco después yo le traducía y adaptaba las letras de Dylan a Tanguito, que no tenía discos y había escuchado poco y nada de sus canciones, pero sabía lo necesario. “Johnny está en el sótano preparando la medicina y yo estoy en la calle…” Y Tanguito le improvisaba el final “estoy en la calle protestando,” –hacia un silencio- “protestando contra usted…” Los cambios me escandalizaban porque Dylan jamás hubiera dicho “protestando”, pero era la verdad, estabamos en la calle, y estabamios protestando. Y despues comprendi que de eso se trataba Bob, de lo que sucede en este momento, de la verdad en crudo. Aquella era la versión de Subterranean Homesick Blues, el primer rap dylaniano ametrallado en una guitarra destruida, deletreado a la criolla por un vagabundo incurable en una reprimida y asustada ciudad del sur.
Dylan estaba “allá”, en el pais de la libertad, luchando sus propias luchas. Estaba allá, con apenas 24 años, dando permiso para ser real. Lennon ya lo había dicho: “Dylan nos mostró el camino”.
“It´s all right ma” nos había atravesado a todos con su catarata de verdades y ya no había vuelta atrás. Después de que entendiste Dylan, no hay vuelta atrás.
En el país de la gomina y el pantalón planchado, bajo la mirada adusta de “la morsa” Onganía, Dylan nos había llevado hasta el otro lado del espejo.
Yo tardé cuarenta años en profundizar las canciones, pero al mismo tiempo todos las entendimos completamente en ese mismo instante. Eran frases vocalizadas (o mejor dicho disparadas) en una tarde, en discos grabados en pocas horas (Su primer disco costó 400 dolares de gastos de grabación y se hizo en seis horas) Sus discos posteriores, algunos de los cuales son considerados los más importantes de la historia del rock (Bringing it all back home, Highway 61 Revisisted, etc), fueron grabados en una o dos tomas sin sobre-grabaciones ni trucos, con la banda tocando en vivo en el estudio. Hace poco, en referencia a su técnica de grabación en tiempos de hipertecnología, dijo burlonamente: “En mis últimos discos yo quería lograr algo que atravesara la tecnología y saliera del otro lado antes de que la tecnología se diera cuenta”.
Ese fue el Dylan que nos impactó en el 66 y ese sigue siendo el Dylan que vamos a ver en Velez…Con esas canciones le cambió la vida a Silvio y le cambió la vida a Serrat, le cambió la vida a León y le cambio la vida a Caetano, le cambio la vida a nuestro Charly y a John y Paul, y a todos los otros que en el mundo han sido, una lista que sería interminable pero incluye a Bono, Lou Reed, Patty Smith, Jagger, Sting y todos los hijos y los nietos del rock hasta hoy y para siempre.

EL PROFETA DESPIERTA
En el colegio Dylan tocaba rock and roll, admiraba a Chuck Berry y Jerry Lee Lewis, usaba jopo. Pero cuando empezó a escuchar a los viejos bluseros y a cantantes de folk como Woody Guthrie, sintió que tenía que cambiar El mismo lo dijo:“‘Tutti frutti’ y ‘Zapatos de gamuza azul’ tienen mucha energía y ritmo poderoso, pero las canciones folk dicen más. Tienen más desesperación, más tristeza, más fe en lo sobrenatural, sentimientos más profundos. La vida esta llena de complejidades, y el rock and roll no las reflejaba cabalmente en esa época.”
Fue así como a los veinte años (1962) a poco de llegar a Nueva York y editar su primer disco de folk, compuso “Soplando en el viento” . La canción se convertiría en el himno del movimiento pacifista contra la guerra de Vietnam y el movimiento de los derechos civiles por la igualdad racial. Al poco tiempo se sintío atrapado por el papel de profeta o portavoz generacional en el que quisieron ponerlo después de sus otros himnos “Dueños de la guerra”y “Los tiempos están cambiando”. Entonces escribió la extaordinaria “My back pages” en la que dice que hoy se siente más joven que ayer, que era más viejo cuando veia el mundo dividido en buenos y malos, cuando “dije mentiras como que la vida es blanco o negro, soñé románticamente con mosqueteros, pero me dí cuenta de que me vuelvo mi propio enemigo en el momento en el que empiezo a predicar”. Era un mensaje claro para los militantes políticos de la época. En “Todo lo que realmente quiero hacer” pone al desnudo las trampas en las relaciones humanas, con la esperanza de encontrar una nueva libertad: “No quiero simplificarte, clasificarte, analizarte o categorizarte. No quiero que sientas lo que yo siento, veas como yo o seas como yo. Lo único que quiero es ser tu amigo.”

EN UN MAR EMBRAVECIDO
Jerry García, de los Grateful Dead, dijo una vez: “Para nosotros grabar discos es como construir un barco dentro de una botella, una tarea meticulosa y agotadora. En cambio, tocar en vivo es como tripular un barco real, que puede suceder en una tormenta furiosa o en un día de sol radiante, con viento de popa. Todos los marineros trabajando juntos y dependiendo uno del otro para sobrevivir y brillar”. En el caso de Dylan, Siempre está en alta mar, con las olas rompiendo alrededor, improvisando cambios de rumbo y con un constante arriar e izar velas para aprovechar el viento y barrenar las olas. Así ha grabado sus discos, inventando sobre la marcha, y así han sido sus conciertos por más de cuarenta años
Escuchar esos discos grabados tan sencillamente es como escuchar Jimmy Hendrix en un Winco monoaural: Si estás “copado y colocado” no te perdés nada. Escuchándolo a través de los años, no encontré nada nuevo, pero al mismo tiempo es como si lo que dice tuviera nuevas lecturas, aplicaciones actuales, facetas insólitas. Lo que Dylan me dijo al oido en el 65/66, tuve que vivir todo este tiempo para corroborarlo.

UN MALDITO MENSAJERO
Dylan es un ladrón, un mentiroso, un maldito mensajero que se sale siempre con la suya. Nos ha engañado una y otra vez. Desde que llegó a Nueva York diciendo que venía de vagabundear por el país cantando y trabajando en oficios duros, cuando en realidad acababa de salir de su familia de clase media judia semi-rural. Desde entonces hasta su último disco, Modern Times, en el que roba canciones enteras y las pone a su nombre (“The levee is gonna break” fue escrita por Menphis Minnie en los 20, “Rumbling and tumbling” también viene desde el fondo de la historia del blues, con versiones de, por ejemplo, Muddy Waters). En el mismo disco copia versos completos de un oscuro poeta sureño del siglo XIX, Henry Timrod. Para el que quiera saber más, en algún lugar de internet están las “Dylan annotated lyrics” y la “Dylan pool discussion” que vale la pena chequear. Según el máximo experto en Timrod, “Henry estaría contento de saber que sus versos, usados por Dylan, el más grande poeta del fin del siglo veinte, están en los labios de millones de personas, aunque no sepan que él los escribió originalmente.”
En realidad, Dylan hace y rehace una tradición del folklore del mundo entero, algo que el mismo Atahualpa Yupanqui (otro que inventó su nombre y su historia) reconoció siempre como un hilo invisible que une a los cantantes populares. Pete Seeger, uno de los maestros del joven Dylan, dijo:“Cuando empecé a escuchar a los cantantes de folk y de blues en el Village de Nueva York, me dí cuenta de que todos tomaban las canciones de otros, algunas muy antiguas, y las cambiaban a su gusto. Es un proceso viejo como la música…” Y Dylan hace poco aclaró: “Nunca pensé estar inventando nada. Simplemente tomaba una tradición y trabajaba sobre ella, nada especial…”
Cuando Dylan empezó, durante sus cuatro o cinco primeros años (1963-1968), era como un chamán, como un brujo, que captaba las energías y las transformaba para que todos pudieramos verlas. Según uno de sus compinches de los clubes folk:”En la vieja mitología irlandesa hablan de un ser que cambia de forma y es imposible de agarrar. Ese era Dylan. No era necesario para él ser una persona definitiva, terminada. Estaba poseído y cambiaba constantemente. Articulaba y ponía en palabras lo que el resto de nosotros quería decir y no podía”

PERDIDO EN EL SHOW BUSINESS
A Dylan no le interesa el show business pero está inevitablemente inmerso en el y lo navega como puede. En realidad, desde su accidente de moto a fines de los sesenta, cuando se lo dio por muerto o paralizado, aprovechó para desaparecer de la vista del publico y los medios. Se convirtió en una hosca leyenda. Jamás daba reportajes ni conferencias de prensa, y hoy ni siquiera habla en los conciertos, y apenas mira al público. Los primeros años, hasta el accidente, sus reuniones con los periodistas producian situaciones hilarantes en las que continuamente tomaba el pelo a la gente o confundía a la prensa. Se pueden ver esas burlas mediaticas en dos imperdibles peliculas: “Don´t look back” de Pennebaker, sobre su gira por Gran Bretaña en el 65 o en “No direction home” de Scorsese, sobre su gran salto creativo que cambió la historia de la musica popular. En ambas Dylan aparece perdido –a veces divertido, a veces irritado hasta la histeria- frente a las clasificaciónes y etiquetados absurdos que intenta colgarle el periodismo.
Es uno de los músicos que más plata gana en el mundo, y ha estado en el candelero por décadas, y sin embargo vive en la ruta, pasa la mayor parte del año en su Gira Interminable, viviendo de paso en pequeños hoteles y casas rodantes, tocando en pueblitos a los que no llega nadie, en una vida que parece no aterrizar nunca.
Tiene mansiones y campos en diversas partes de Estados Unidos, pero no va nunca, se la pasa en los estudios o en casas de amigos, y ya se sabe que le gusta componer y tocar la guitarra en los fondos de las casas, entre los yuyos del patio, oyendo los ruidos del barrio. Este es el tipo a quien le contratan las suites presidenciales de los hoteles cinco estrellas, pero llega caminando al estadio y se mete entre la gente como sucedió en Buenos Aires, cuando llegó a River a pie por los parques de Palermo. O cuando, en Ezeiza, tomó el primer taxi que encontró al salir, y el taxista ni se enteró de quién era.
Es el tipo que dijo:“ Yo no me siento especial. Nadie debería poner a otra persona en un pedestal. Eso puede destruir tu inteligencia y llevarte a la ignorancia, a confundirte con respecto al mundo. Entonces una persona deja de ser persona.”
El tipo, a pesar de ser el más grande y el más admirado, siente que tiene que seguir tocando, tocando para la gente porque para eso son sus canciones. Pero ya sin esperar nada, sin pedir nada, sin tratar de aclarar su mensaje o ni siquieta emocionar. Simplemente cantar sus canciones como le surge ese día.

UN CANTANTE “MALO”
Cada día canta distinto, improvisa, deforma. No hay dos recitales de Dylan iguales. Y es porque necesita recrear su repertorio para si mismo, para no aburrirse, para redescubrirlo. Hay días en que canta terriblemente mal, hay días en que canta increiblemente bien. Pero alguien dijo acertadamente que Dylan, tan criticado como vocalista, es un extraordinario cantante (a pesar de –o gracias a- su voz limitada y gangosa, sus desafinaciones, sus olvidos de letra y melodía...). Es grande porque transmite exactamente lo que quiere transmitir en cada ocasión. La prueba: a pesar de todo, nadie prefiere sus canciones cantadas por otro y eso que centenares de “buenos” cantantes lo han intentado, desde Joan Baez en los 60 hasta Brian Ferry en su insoportable disco del año pasado. La única excepción: “All along the watch tower” por Jimmy Hendrix.
Dylan se ha vuelto más gangoso y perezoso para cantar con cada año que pasa, ya casi parece sin ganas de esforzarse por demostrar nada. Y, obviamente, si hay alguien en el planeta que no necesita probar nada a nadie, ese es Bob Dylan. Y sin embargo, en los últimos discos arde en secreto con unas quemantes brasas, un fuego maduro. La oscuridad y densidad de su música asustan.
“Otros artistas se defienden con sus voces o sus estilos, pero mis canciones hablan por si mismas, y todo lo que yo tengo que hacer es expresarlas correctamente, y ellas harán lo que les corresponde”, dijo hace poco, explicando su tabajo, apartado de la gran producción del rock.

NI AQUI, NI ALLÁ, EN NINGÚN LADO
En sus últimos discos, Dylan describe un mundo que se disuelve a su alrededor, y ve su persona misma desintegrarse en la vejez y la cercanía de la muerte. Los críticos, como siempre, discuten sobre si es Dylan el que habla de su depresión o si es un personaje que ha creado. Siempre la misma duda que justifica películas y libros de centenares de páginas: ¿Es Dylan real? Ya se estrenó en el Norte la pelicula “I am not there” que trata de lidiar jusamente con los diversos personajes que es o simula ser Dylan. Actores como Richard Gere, Cate Blanchet y Heath Ledger tratan de pintar las distintas facetas de un tipo inatrapable, que no está aquí ni allá, que no está en ningún lado.
Pero el hombre ha vuelto a decir las cosas como son en toda su crudeza, tanto en su descripción de la decadencia personal (Time out of mind) como de la decadencia del mundo a su alrededor (Modern Times) Como dice Paul Williams en su exhaustiva biografía “Para mí, lo más impactante es la enorme confianza artistica de Dylan como compositor, lider de la banda y cantante. Si es así cuando las cosas se desintegran, yo quiero tomar de lo mismo que él está tomando.”
La condición humana se deshace entre los dedos de quien, según sus propias declaraciones, todavía no aprendió a escribir. “Yo sólo voy camino abajo sintiéndome mal, tratando de llegar al cielo antes de que cierren la puerta.”
“El hombre que hizo para la música popular lo que Einstein hizo para la ciencia” dijo la revista norteamericana Newsweek, asombrada por el regreso de Bob Dylan en los últimos años, con todos sus poderes intactos. Según el New York Times, “En los 60 Dylan le enseñó a los cantantes de folk cómo trascender los temas obvios y repetidos de la tradición, después le enseño a los compositores de rock a pensar un poco mas allá de la próxima chica. Sin querer, como resultado impensado de su búsqueda, creó nuevos géneros musicales que hoy florecen en miles de grupos: folk rock, country rock.” Antes de que, en 1965, Dylan enchufara el folk a la central energética del rock, nada de eso existía. El rock and roll, el folklore, la poesía moderna, el amor, la política, la literatura beat, el blues y el surrealismo estaban separados en compartimentos estancos. Dylan, sin declamaciones musicològicas ni análisis literarios, barajó todos esos elementos y dió de nuevo, cambiando para siempre la cultura contemporánea. Lo hizo sin anunciarlo, componiendo canciones, simplemente. Y es ese Dylan el que esta de vuelta y vamos a ver aquí en una nueva cumbre de su carrera, después de los Grammy´s, el Oscar, las péliculas, las biografias. Un tipo con su guitarra y sus canciones.
Dylan no fue ni nuestro maestro ni nuestro lider. Simplemente fue, y lo es todavía, una persona que crece y aprende en público, que no tiene miedo a cambiar. “Hay que estar siempre atento y no pensar que uno ha llegado al lugar en el que tiene que estar”, dijo hace poco. “Uno simpre está en un estado de flujo, de transformación, y mientras pueda aceptar eso, la pasará bien.”

lunes, 21 de mayo de 2012

MATANDO GILES EN LA TRASTIENDA



Tengo suerte, en los últimos años me tocaron casi sólo buenos recitales de Charly. Recuerdo a principios de la década, un Obras vestido de blanco, el primero de una serie que prometía recorrer toda su historia, y que fue relativamente prolijo y desgranó una larga hilera de sus mejores temas..  Aparentemente el tercero de esa serie terminó violenta y escandalosamente, borrando toda esperanza del murmurado “parece que Charly ahora está bien” que se repetía en esos días.
Después de seguir toda su carrera desde Sui Generis hasta los noventa, acompañarlo en algunas giras, después de hacerle reportajes por cada disco y vivir la locura de muchos back stages, desde Say No More me había tomado unas vacaciones de García, a partir de un Roxy (aquel sótano claustrofóbico  en Congreso), en el que reinó el caos y Charly se regodeó en los fans más jóvenes que  le festejaban todas las piruetas cirqueras y los maltratos al público. Aquello para mí fue como una saturación. Decidí hacer una pausa, dejando pasar los escándalos bajo el puente. 
Pero mi hija menor se volvió fanática justo cuando yo abandoné el vicio García. Sus discos empezaron a sonar en casa desordenadamente, al estilo mp3, sin estar necesariamente organizados en épocas, en álbumes, sin lógica aparente. Para un periodista eso es desesperante, y tuve muchas discusiones con Julia, insistiéndole en que cada canción pertenece a un tiempo y a una situación cultural y social. A Julia le daba lo mismo. A ella le pegaba Charly. Pero no sólo el personaje, sino las canciones, las letras, el clima, el humor. Incluso el par de veces que se lo presenté no le resultó interesante. Charly para ella eran las canciones, que expresaban cosas que sentía propias aunque no entendiera del todo. No se enganchó con la anécdota y el personaje, aunque estuviera todo pintado de rojo con las uñas negras y toda la mise en scene de la época habitual de Say no more.
Hay como un abismo generacional alrededor de García. Los que venimos por años admirando al García sociólogo/profeta, el tipo que dijo siempre la justa y plasmó el espíritu de cada época en discos y shows memorables, estamos en un lado. Del otro lado, los que lo conocieron como un personaje libre, en guerra contra el mundo, encendido y gastado por substancias y líquidos de todo tipo, en una especie de universo propio, un tren disparado hacia lo desconocido. Para los chicos, nuestra versión “sociólogo” se parece a sus padres, a lo que les enseñan en la escuela, a lo que predican los canales de televisión y los programas de radio. El personaje libre, el Say No More, en cambio, está tan lejos de sus padres como Jimy Hendrix estaba de los míos. Y yo, como padre, lo reconozco. Está en un mundo de libertad, venga lo que venga. En estos tiempos en los que logramos que el rock sea finalmente aceptado como parte de la “cultura”, Charly se había desmarcado de eso, quedando una vez más por fuera de los carriles bien-pensantes.
Una noche Julia me convenció de acompañarla a verlo, esta vez en la Trastienda, presentando su malogrado disco Kill Gil. Fui sin expectativas, con el permanente temor a la frustación que provocan los recitales de Charly de la última década.
Ya me gustó que la entrada propusiera “Olvidate del rock nacional” y que el escenario de La Trastienda, que parecía más pequeño que de costumbre, estuviera oculto detrás de un nylon transparente. Una escenografía improvisada pero llena de misterio. A diferencia de la mayor parte del rock nacional ya domesticado por la industria,  con Charly uno siempre se pregunta “¿Qué pasará esta vez?”.
Charly entró con una capucha que le daba un aire tétrico y, de espaldas al público, atacó los temas de Kill Gil, que yo no había escuchado pero que sonaron potentes aunque caóticos.
Mientras Charly cantaba una chica de túnica negra y una especie de chador musulmán que sólo permitía verle los ojos, pintaba frases como “I hate New York” y dibujos en el nylon, creando un telón en el que se reflejaban luces y colores. Tras el nylon, Charly y los músicos chilenos Kiushe Hayashida en guitarra, Tonio Silva Peña en batería y Carlos González en bajo, tocaban a todo volumen y muy desprolijamente los temas de Kill Gil.
Con un whisky en la mano, le dedicó a su madre "Corazón de hormigón" que, según dijo, fue la primera canción que compuso en su vida, a los nueve años. "El corazón es blando/ el corazón perdona/ pero tu corazón parece de hormigón./ Por eso a ti te pido/ ablandá tu corazón", entonaba Charly, burlón, poniendo una vez más sus conflictos familiares en el escenario. Para completar la parentela, le dedicó el tema “Pastillas” a su hijo Miguel.
Pude reconocer una excelente versión de “Mirando las ruedas” de Lennon, un tema que parece escrito por John para Charly  y que él ha traducido –en todos los sentidos- muy bien: “Dicen que estoy loco/ haga lo que haga/ y me dan cantidad de consejos/ buenos para nada./ Cuando digo que estoy bien/ me miran sin entender,/ ´¿Cómo podés ser feliz/ si no estás en nuestro tren?´”  Para rematar el tema Charly se bajó pantalones y calzoncillos (la larga camisola tapándole las partes pudendas) y mostró el culo al salir por bambalinas para el intervalo.
¿Qué podía pasar a partir del culo, que siempre marca el comienzo de la hecatombe García? Música poderosa. Charly atacó “Demoliendo hoteles”, que marcó el comienzo de una seguidilla de grandes temas interpretados con ardor y desprolijidad: “Influencia”, “Vicio” (que anunció con un “ahora viene la parte de ´Bailando por un sueldo´ mientras se refregaba con el pie del micrófono como si estuviera en el baile del caño) “Adela en el carrousel” y otros, tocados todos con furia.  A esta altura, todos estábamos aceptando que el “happening García” nos había envuelto en su vorágine, y valía la pena. Para confirmarlo, Garcia, de impecable traje blanco, cantó sólo al piano una conmovedora versión de “Desarma y sangra” que me hizo pensar que cuando quiere, vuelve con todo.  El remate fue, por supuesto, un violento rock and roll con Juanse de invitado, que ambos cerraron tirándose sobre el público que ardía de entusiasmo.
A la salida, tumultuosa y feliz, me reencontré con Julia, que se había perdido en el pogo junto al escenario. Y me surgió una frase: “Digan lo que digan, este tipo está más vivo que todos nosotros”.